miércoles, 26 de septiembre de 2012

El secreto de por qué hay aún trabajo en Londres



"La cosa está jodida" es la frase que más uno escucha cuando pregunta por la situación en España. Buena, ahora quizás, la hayamos superlativizado: "la cosa está jodidísima"

Y ahora más que nunca cuando unas imágenes de un tipo rebuscando comida en un contenedor han dado la vuelta al mundo como símbolo de la creciente desesperación de la sociedad patria. Como si rebuscar comida en un contenedor fuera algo nuevo, un fenómeno que la crisis hubiera traído consigo.

Los vaivenes en los mercados, la prima de riesgo, la deuda pública, los rescates, están alentando a miles de jóvenes a emprender un éxodo masivo a aquellos países que parecen que aún resisten intactos a las acometidas de los caprichos bursátiles o a la desconfianza de esa entelequia que los bien informados especialistas en la materia lo han bautizado como "los mercados".

Y es por eso que Londres se está forrando con los euritos que los cientos de españoles que vienen a probar suerte se gastan aquí antes de encontrar trabajo, moneditas que van a pagar la habitación polvorienta a precio de oro, el café antes de la entrevista, el pan, la mantequilla y fruta desabrida en el supermercado y por supuesto la adhesión al deporte nacional británico: tomar pintas en un pub.

¿Y como está la situación por las islas?

Pues por aquí se empieza a oír ese rum rum que se colaba por mis oídos justo cuatro años atrás, cuando emprendí mi aventura, en mi tierra natal. Que si la cosa está mal, que si es más difícil encontrar trabajo, que si han despedido aquí o allí a no sé cuantos, que la gente no gasta y todos los ecéteras.

Así que el Evening Standart, un periódico gratuito que se distribuye por las tardes, se hace eco del asunto y saca en portada a esa pobre muchacha que dice haber aplicado para tres mil trabajos sin tener la suerte de pescar ninguno. Luego la nota sentimental aclara que ese dato es "soul-destroying", literalmente, "destruye almas" aunque para darle un poco de color lo podríamos traducir como: "te deja jodido de cojones".

Y parece ser que sí, que la cosa aquí para los jóvenes graduados, más aún para los que no viven en la gran urbe londinense, está realmente mal. Se habla ya de una generación perdida. Diseñadores gráficos, arquitectos, informáticos, ingenieros, traductores, trabajadores sociales, contables, pues lo deben estar pasando canutas para encontrar un huequito donde desarrollar las habilidades adquiridas durante cinco años, con master incluido, con un salario razonable.

Pero luego están los otros trabajos, como el de barista o shift leader en un café Nero, que podéis ver ahí en el cartelito de la foto. Para que nos entendamos, el tipo detrás de la barra que hace que la máquina funcione, nos sirve las tazas, las friega y cobra. Así que a la chica que tiene el alma partida de la portada le podría decir que a lo mejor para remedarla podría empezar a contemplar la posibilidad de que también se puede ser feliz allende un despacho con aire acondicionado, un armario con menos vestidos, haciendo uso del transporte público y bebiendo las mismas pintas en el pub.

Y a ustedes, los que están pensando en venirse, decirles que trabajo hay, no tan accesible como años atrás, que con el inglés se han vuelto más exigentes, es la tábula rasa y como tal no estaría mal actualizarlo; pero al final como somos muchos los que venimos a probar suerte, siempre habrá una demanda considerable para que a esos recién aterrizados se les sirva una cerveza, se les venda una bufanda, se les ponga una hamburguesa y se les friegue los platos o se les cobre la cesta de la compra.

Y amigos, los oriundos con el alma destruída porque no han conseguido el trabajo de sus sueños, todavía no se han enterado. Así que rápido.

jueves, 20 de septiembre de 2012

Minivacaciones en Mallorca.



Esa foto se tiró justo cuando esperábamos al taxi para que nos llevase al aeropuerto, tras una miniensaimada y una empanadilla de atún mezclado con un insustituible café solo.

Parecemos cansados y es que fueron un par de días intensos con el cojo, Lua, su familia y la isla mediterránea.

Y casi como recién que estoy probando esto del Instagran y de cambiarle los colores a las fotos pues ahí dejo las que creo han sido las mejores para que os asoméis a lo que fueron estas vacaciones.

Mallorca y más con estos anfitriones es una isla que no podía sino dejar honda huella.

Supo a poco pero siempre mejor que sepa a poco porque así dan ganas de repetir.

Aunque el próximo trip se haya fijado para Sevilla, a esa isla hay que echarle el lazo de nuevo.

Aunque nada más sea que para probar de nuevo la mejor tarta de queso que he tomado en mi vida o para bichear una biblioteca que me han prometido enseñar.

Un abrazo taujans!!!




domingo, 16 de septiembre de 2012

Casi 365 con un Mallorquín




Mañana nos las piramos para Mallorca, a zamparnos todas las ensaimadas y quelitas que encontremos a nuestro paso.

Y vamos a Mallorca porque es el cumpleaños del Jordi.

Y el Jordi es un tipo con el que estuvimos viviendo casi trescientos sesenta y cinco días (un viaje a Tailandia impidió que se completara el ciclo)

Parece ayer cuando nos sentamos en el Black Lion a sellar un pacto entre caballeros regándolo con un par de pintas o cuando me dio la vara con lo de que su novia cocinaba que daba miedo.

Qué decir del Jordi aparte de que es un paná jugando al Risk, que adoraba los noodles de Maree, que le encanta la fashion a lo Borat, que no hace más que escuchar Limp Bizckit (o como carajo se escriba), que no entiende un pimiento de cine, que nunca friega los platos, que dice que toca la guitarra y se compra una maquinita que hace loops para repetir quinientas veces "Alvaro es gay, Alvaro es gay, Alvaro es gay...", eso sí, al ajedrez le daba unas tundas al David que teníamos al chiquillo sin comer varios días, y por supuesto como buen informático compartía ese denominador común que debe ser como un juramento que todos ellos contraen en cuanto se licencian, es decir: cuando tienes un problema en el ordenador se cruzan de hombros y sueltan la retaila de que ese no es su campo.

Entre el Jordi y yo quedó en papel mojado un proyecto para desarrollar una aplicación para los smartphones que nunca llegará a buen puerto. Pero por ahí tengo todavía el papel firmado por si el muy mamón se forra con ello.

Y para que os hagáis una buena idea de como se las gastas, justo antes de que lleguemos el nota va y se parte la pierna. Tibia y peroné.

El Jordi es un parguela de mucho cuidao.

Pero se le echa taco de menos.

Te veo pronto amigo.

martes, 11 de septiembre de 2012

Fecha de caducidad.



Resulta que el amigo Bob ha sacado un disco nuevo y para la ocasión han montado en London una tienda con fecha de caducidad. En una semana se acaba, empezó hoy día diez y acaba a las ocho de la tarde el próximo dieciséis.

El disco se llama Tempest y vale doce libras. Luego tienes vinilos, toda su discográfica, camisetas, gorras, carteles vintage tal y como ellos mismos se proclaman y una armónica que no sé si con restos de saliva del genio que viene a costar unas setenta.

Está en el 47 de Beak Street, W1F 9SE

Y ahí estuvimos. El Mariano se compró el disco y casi que le hacía más ilusión la bolsa conmemorativa del evento "tienda por una semana" y el David que venía algo derrotado de tanto footing y bicicleta estaba que trinaba por una cervecita.

Nos plantamos en el White Horses, como tantas otras veces, después de deambular por varios pubs repletos de peña y buscando un aposento donde acomodarnos, al final acabamos donde siempre, de pie, en la puta calle, fumando y con una Samuel Smith

Y ahí el Mariano y yo le dimos la murga al David que acabó harto y aburrido de nuestras batallitas en la Uni. Y es que hace poco el Edu abrió un grupo de esos en facebook, lo bautizó como "Generación Filosófica del 98" con lo que el título llevaba consigo ya una errata; allí empezamos en el 97, quince años atrás que no es poco.

Así que los últimos días he vivido con un pequeño torrente de recuerdos, de nombres, de motes y rostros...

Como la tienda, la Uni también tuvo su fecha de caducidad, fueron cinco años donde de todo hubo y hubo de todo, y con el tiempo vas guardando en pequeños rincones de la memoria aquellos momentos, y los vas comprimiendo hasta que parecen que los has olvidado.

Pero a lo mismo que Mariano seguro que doblará la bolsa y conservará para siempre, y que algún día al rescatarla en alguna mudanza o descubrirla plegada en alguna maleta, se reirá del rato que posó delante de la tienda para que le sacase una foto mientas decía: "illo Davi, ven pacá con la bisi coño", esos recuerdos que una vez se arrinconaron, de repente, estallan y te dejan hueco, con las resonancias de un tiempo pasado y cojonudo.

Es por lo que escribo este blog, también por eso.

Un abrazo, compis filósofos. Y ya sabéis, si a alguno os interesa una armónica con la probable saliva de Bob, ya sabéis donde encontrarla.