Todo tiene un origen. Es cuestión peliaguda. Sin ir más lejos aún persiste el debate sobre el origen del hombre; que si el creacionismo, el darwinismo, que si una voluntad divina que nos hizo del barro, (yo me quedaría con la de que venimos del mono, parece la más plausible, aunque si lo pienso con detenimiento el animalejo éste me parece lo bastante inteligente como para proceder de él, yo tendería más a suponer que si procediésemos de alguna alimaña esta no podría ser otra que el ornitorrinco, que junto al hombre me parece el bicho más ridículo de todos).
También tenemos la controversia que dio origen a todo debate filosófico anunciada por el viejo Heidegger cuando le dio por creerse un místico: ¿Por qué el ser y no la nada? (no se preocupen queridos lectores, ni puedo, ni quiero, ni debo, conducir el blog por temas filosóficos, son como una piedra dura de difícil digestión). Y ya por no hablar del origen de los orígenes, el UNIVERSO. De hecho ahí tenemos a científicos de las cuatro latitudes flipándolo con su juguetito nuevo: El LHC –El Gran Colisionador de Hadrones-, o lo que es lo mismo el mayor acelerador de partículas del mundo. El inventito se supone que recreará a pequeña escala el Big Bang, osea el origen (que para ser el origen de todo ya lo podrían haber bautizado con un nombre más solemne, algo así como el GMM –el Gran Momento del Mundo-). El simulacro se efectuará lanzando partículas a velocidades atómicas por un encrucijado de túneles que andan por allí por Ginebra. Algunos disidentes defienden la nefasta posibilidad de que se generen pequeños e incontrolables agujeros negros, con la nefasta consecuencia de la desaparición de la tierra y sus alrededores. Otra posibilidad menos trágica es que se trague a Suiza entera, que no les estaría mal empleado, no siempre se puede ser neutrales. La cuestión es que el juguetito ha costado la friolera de 6.300 millones de euros (tan cuantía que ni puedo traducirlo a pesetas, y paso de hacerlo a libras). Es por eso lo de más arriba, está claro que si nos gastamos 6300 millones de euros –en algo que todavía por cierto no funciona bien- y encima existe la mínima posibilidad de que nos vayamos todos al carajo, pues está claro que el hombre no puede sino venir del ornitorrinco.
Supongo que el origen de un viaje a Londres debería suscitar menos controversia (entre otras cosas no hay científicos metiendo los hocicos), más si cabe si es uno mismo el único que protagonista del evento. Bueno, está Mariano, compañero de viajes y fatigas, el que me va a aguantar vamos y que por ahora quiere permanecer en el anonimato bloggero. Es decir no tiene ni putas ganas de escribir éste blog (asunto perfectamente comprensible si pensamos en su ajetreada vida internauta). Así que el mamonazo ha delegado toda la responsabilidad en mí, constituyendo efectivamente un acto de supina irresponsabilidad. Bien… concurren una plurimultiplicidad de factores. Cualquier ser humano con un mínimo de sentido común comprende que las decisiones no son más que el reflejo de la conjugación de un pelotón de elementos que ejercen fuerza desigual, pero que todos aprietan, y algunos –los muy cabrones- con ensañamiento. Bien, debido a mi tendencia a explayarme e irme por las ramas, nos ahorraremos estas reflexiones por aburridas y lo intentaremos contar de una forma suscinta. Mi amiga Carmen tiene una pseudopiscina, es como una alberca en pequeño, en un pisito muy mono que anda por la Alameda. Pues allí nos reunimos los supervivientes del extinto grupo de geniales guionistas S2B (screenwritter to bussines, ya en inglés, sería una premonición prematura), y bueno entre bañadores, sol, te, helados mu ricos y las correspondientes toallas, nos pusimos a charlar. Yo empecé con el coñazo del discurso de mi vida por entonces, que se resumía y resume perfectamente en una pregunta que en realidad todos más o menos nos hacemos ¿Qué coño hago con mi vida? Empecé a divagar, que si a lo mejor me voy a Madrid, que si hago oposiciones, que si me planto en un huerto y dejo que me rieguen, etc… Manuel, ese amigo entrañable de grandes consejos escondidos en peregrinas palabras, digo así como es él, como quién no quiere la cosa: -¿Por qué no te vas a Londrés y así aprendes inglés? El entusiasmo se apoderó de su señora esposa May (también amiga), un vendaval de energía y electrizante convicción, así como de Carmen (el ser humano que más cree en mi presunto talento, la pobre es crédula) y allí en un segundo entre los cuatro dejamos volar nuestra imaginación hasta la City. Mauricio, su hijo pequeño, nos despertó de la ensoñación más o menos cuando yo ya estaba en los Ángeles escribiendo guiones para Spielberg y desayunando con Scorsese, haciendo legítima queja de su aburrimiento y la cosa quedó más o menos ahí. Lo que pasa es que me quedé con la copla. Y cual Imperio Argentina se la cante –la copla- a Mariano y éste se dejó encandilar (otra alternativa es presentarme a “factor x”). Y en esa estamos, en pirarnos pa Londres, no sé si para cantar coplas o qué, pero yo por si acaso every day estoy dándole caña con una profesora de canto castizo por si acaso me tengo que ir al metro a entonar “María la Portuguesa”; tal y como hacen los colegas de ahí abajo.
Ese es el origen de nuestro travel. Ahora toca otro origen. El origen de este blog y su correspondiente bautizo. Lo de blog es sencillo. Mariano cuando quiere es un ser plomizo y como plomo siempre insistió en que debería escribir un blog. Yo soy de naturaleza vaga, el vaguerismo lo llevo inscrito en mi código genético y por lo tanto nunca me apeteció eso de tener una bitácora, además el mar siempre me dio miedo desde aquel verano en que se conjugaron la visión de Tiburón y la lectura de Moby Dick. Pero Mariano insistía. Blog pa acá, blog pa allá, que si el blog esto que si el blog lo otro (por cierto para los neófitos, pasarse por su blog que es la caña de España, se llama “Pon a dormir el lenguaje”). Blog, blog, blog. Y claro, al pirarme pa Londres seguramente tendría, cada vez que contactase con alguien de mi tierra, contarle las cosas acontecidas… y ya he dicho que soy un vaguete, así que tener un blog sobre nuestras andanzas y aventuras londinenses me va a ahorrar mucha saliva. –Ey quillo, como te va por allí, qué haces?, –Ah, tio, nada, mira el blog, y a ver si me mandas un paquetito postal con lentejas, chicharos y aceite de oliva. Espero, rezo y cruzo los dedos por que mi vaguerismo no afecte a la puntual cita con el susodicho blog, que es otra posibilidad. Como siempre me sucede con todo y como aletargados de leer estaréis, la primera entrada está siendo puñeteramente extensa. ¿Qué se le va hacer? Prometo abreviarlas.
4 comentarios:
Alvarito, he leído tu extensisima y sesuda entrada.¡Parece que las intenciones son buenas!.Si, las de mantener informados de tus aventuras londinenses a todos aquellos que te queremos.Espero verte antes de la partida ¿Será posible?.Miles de besos
Hombre. Eso por descontao.
Te acompañaría, hijo...pero me lo impiden: una mujer a la que amo, 450 niños y niñas, 27 maestros/as, una casa que cuidar,y ...seguramente me lo impedirías tambén tú...De todos modos "buena suerte" ( para los dos ) .Creo que ahora estás en tu camino...¡sin duda!
Eso es un padre y lo demás tonterias.
te quiero
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