Es increible.
La Wallace Collection está en la Manchester Square, por detrás de Oxford Street. Tardé en entrar porque resulta que la entrada principal la están remodelando y hay que ir por un lateral cuyo único reclamo es un tipo con chubasquero florescente que más parece un albañil que un cuidador de museo.
La cuestión es que un tal Sir Wallace, el típico gentelman británico, pues se tiró toda la vida recolectando cosas y en vez dejárselas a sus herederos para exclusivo disfrute pues montó un museo para que todos pudiéramos admirar sus colecciones. En eso un buen tipo… en lo demás ni idea. Además es gratis.
Allí tiene de tó… desde Murillos, Velázquez, hasta jarrones, porcelanas, y trajes de caballeros medievales de toda Europa.
http://www.wallacecollection.org/visiting
Me quedo con:
“The Adoration of the Shepherds”. De Murillo.
No se ve bien en la foto. Pero atrás hay una pastorcilla que con ojos chispeantes le pregunta a la mayor “es él”, “es él” señalando con el dedo. Esa cara, ahí detrás, en tercer término, en penumbra… es la síntesis de la esperanza… en un rostro garabateado.
Murillo era un gran cabrón.
Luego pasamos a Meissonier. El Polichinelle que es como el bufón.
Me quedo con la cara de hijoputa guenagente que tiene el polichinelle éste. No me digáis que no. Un tipo que viene de vuelta de todo, con cien cicatrices a cuestas y todavía es capaz de sonreír y decirte… aquí estoy yo, yo y mis cojones, vestido de payaso hasta que muera.
Y por último una obra de Horace Vernet. “Conrad The Corsair”.
Mirad al corsario. Descansa tras una batalla, o justo antes de un asalto. Desde atrás le avisan. –Ey, jefe, todo está dispuesto. Él es un poeta, no le gusta la sangre pero es su trabajo, su forma de vida. Contempla el horizonte entre cansado y resignado… disfrutando de un breve interludio de tranquilidad. No obstante… su mano la apoya en el sable, por si acaso.
Y es que uno no se inició en la lectura de “Los piratas de Mompracén” de Salgari por casualidad. Cada vez que veo a un pirata o a un corsario en un cuadro he de detenerme a mirarlo. Yo quise, con ocho o nueve años, ser un corsario.
Después del museo… algo más prosaico: de cervezas con el compi David, Jorge, Fruco y algunos guiris informáticos. Nos presentaron a un inglés guena gente que además de informático era Singer, mira tú que gracioso.
Fuimos a una fiesta en el Copacabana de despedida de una tal Sacha. No es rusa, era sudrafricana y se vuelve… lo que no sé es dónde. Estuvimos poco rato.
Luego en un walkabaut vi mi primera guerra de bailes. Como en Fama…jajajaja. Se hace un círculo y un indio canijo hace virgerias con su cuerpo en plan robot, levantándose del suelo de formas inverosímiles… un gordo inglés da botes con un ritmo acojonante, una tía bastante buenorra provoca que a todo ente masculino y bollero se le activen las glándulas salivares, un recogevasos con pañuelo en la cabeza hace un brake dance bastante frenético y por fin un lechoso hace movimientos con sus pies describiendo elipsis y círculos al que era imposible seguir. El que ganó fue el indio canijo.
Pero lo mejor, sin duda, fue una experiencia anterior a todas esas. Mi primer viaje en moto por London.
Recorrí Londres desde Saint Paul hasta Embarkment en moto. Gracias a Fruco que tuvo la gentileza de llevarme. Evidentemente con casco y guantes… el frío era acojonante.
Fui un acontecimiento observar la ciudad en la noche desde una vespa.
Se ve distinta, sencillamente.
1 comentario:
De verdad que, si ese rostro borroso y escondido es la esperanza, qué poca que tenían! Moto in the night mola, joven pirata!
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