sábado, 9 de mayo de 2009
Cosas que te hacen cambiar de música en el Ipod.
Una de las cosas por las que me fascina Londres es por el metro. Y es evidente que en cualquier ciudad en la que habitase que dispusiera de metro me fliparía. Fijo a que no soy el primero que establece la comparación entre el metro y el sistema sanguíneo. Pero bueno, lo recuerdo.
El metro es como un sistema sanguíneo. Esta enterrado, debajo, en lo oculto, y lleva a la gente de aquí para allá, trabajos, casas, encuentros… Pequeños entes de energía que mueven la ciudad y han de ser trasladados de una manera eficaz. Aunque claro hay una diferencia bastante puñetera. nuestro sistema sanguíneo no descansa y cuando lo hace es para siempre. El metro, en cambio, cierra todas las putas noches.
Cuando tengo ganas de permeabilizarme, observo. Soy un ente algo extraño en el metro, ya que la mayoría de las personas en el metro se limitan a leer, a mirar en la dirección natural de la posición de su cabeza, o a escuchar música, en realidad se limitan a “estar”. Yo frecuentemente no lo hago. Y mi lugar predilecto, cuando no estoy cansado y lucho por uno de los asientos libres, es justo en los extremos donde están esas puertas que nadie utiliza -exceptuando algún que otro borracho alguna vez- que comunican vagones. Obtienes una posición privilegiada para observarlos a todos y en cambio nadie te suele ver a ti, ya que eso sería violar la naturalidad de la posición de la cabeza y sería un acto “violento”. El que gira la cabeza 90ª en el metro quiere decir que quiere mirar y si te pillan es considerado como una falta de educación. Mirar es maleducado en el metro. Mirar es maleducado en todos los sitios qué cojones. Pero en el metro más. Es decir, si intercepto a alguien mirándome es que ese alguien intencionadamente me quiere mirar. Yo en cambio, los puedo mirar a todos ellos sin que por ello parezca que lo hago. Una suerte.
En el metro ya me han pasado un centenar de anécdotas. Más porque hurgo para que ellas me encuentren a porque sucedan de forma espontánea. Tengo chicas, borrachos, una mujer llorando, una familia con varias hijos, un tío que casi es cortado por la mitad por las puertas, paradas con quejas, uno dormido cayéndose al suelo, ensañamiento del speaker con algún usuario despistado, un apoteósico "oye, ¿y tú de dónde eres?"… eso es digamos o llamémoslo así lo más voluminoso. Pero cada vez que me monto y, recuerdo, me entran las ganas o estoy en predisposición a observar se pueden ver muchas cosas. Están en la penumbra, en la línea de sombra, pero están. Son algo así como un ajetreado pulso que hay por debajo de la superficie.
El metro es un relato de Raymond Carver.
Otras veces, como ocurrió hoy, es algo tan llamativo que me parece increíble que fuera yo el único que sonriera.
El metro funciona en base a unas reglas. Unos usos y costumbres que si se rompen pues eres prontamente represaliado, ya sea a través de empujones, palabras ininteligibles, miradas secas, o el inoportuno speaker abroncador… etc. No te pares, camina rápido, alcanza una velocidad considerablemente oportuna según la amplitud del andén y la cantidad de usuarios, ve por la derecha, no hables alto, no cambies de dirección bruscamente, deja salir antes…etc, etc, etc. Normalmente los abuelos y los recién llegados suelen pagar caro el no poder cumplir estas reglas o desconocerlas. He de decir que Mariano y yo en su momento nos adaptamos bastante bien.
Pues eso, estaba yo en uno de esos días en los que no me apetece mucho observar, cansado, yendo pa el trabajo, medio adormilado porque en mi estómago se estaba empezando a producir ese proceso tan importante que es la digestión y para la cual el metro en auténticamente contraproducente, etc, etc, etc. Y ahí andaba yo, medio tirado en uno de los asientos, escuchando Rage againts the machine para que el sueño no me venciera. El tren para en Gloucester Road o Knightsbrigde, no recuerdo, y de repente entran una marabunta de indios que oscilarían entre los cincuenta y sesenta. Eran como treinta. Rompieron en un segundo todas las reglas tácitas del usuario. Y fue fascinante. Hablaban alto, reían, bromeaban, recorrían el metro andado y llenaron aquello de colorido. Fue lo más parecido a ver montados en el metro a un viaje del inserso patrio. Una mujer mayor, con su correspondiente circulito rojo en la frente se me sentó al lado. Si no era la primera vez que tomaba el metro, era de las primeras. Iba con miedo, aferrando su manos a los reposabrazos. Yo que ya se me todos los trucos, pues observaba su gesto en el cristal de enfrente que al estar dentro de un túnel pues parece un espejo. Hubo un momento que el tren zigzageó un poco, gimió y dio como un par de botecitos; algo completamente rutinario. Tras pasado los tres segundos de traqueteo tan habituales, ella me miró con desparpajo y creo intuir que su gesto me quería indicar algo así como: menos mal que no ha pasado nada. Un gesto tipo buscando complicidad, o empatía: ya ha pasado el peligro, menos mal. Yo en ese momento sonreí y asentí; es decir, se la otorgé, la complicidad me refiero. Mucho más económico que explicarle a aquella mujer que no se había cernido sobre nosotros peligro alguno, ni tan siquiera no rozó… que ese traqueteo es algo tan habitual en el metro como los ataques de las palomas en Hyde Park si llevas comida. Pero ya me diréis como explicarle eso a una señora mayor de la India. Así que asentí.
Al instante volvió a mirar a su amiga, hermana o prima que tenía enfrente y volviéndose a reconcentrar para pasar el trago que para ella suponía estar viajando en un cacharro ruidoso y metálico a unos cincuenta metros bajo tierra y a una velocidad que en un túnel parece supersónica. Luego vino el que parecía el macho cabrío de la manada, el que más aspavientos , más gritos y más bromas hacía y le vino a decir algo en su lengua que yo interprete como una guasa su miedo. El tipo intentó que la señora se levantase y caminase con él, a lo que ella se opuso con una vehemencia afilada que cortó tanto al otro que me hizo pensar si aquella mujer no era en realidad el macho alfa de la reunión.
Total… que se bajaron en Picaddilly… y fueron dos o tres paradas sumamente divertidas.
Pude cambiar los contundentes Rage Aganits de Machine por los suaves Portishead porque ya no me iba a dormir.
Brindo por esa manada de Indios.
Y por el metro, claro.
Es la hostia que fueran unos casi vejetes, seguramente pueblerinos, los que insuflaran de vida el vagón.
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12 comentarios:
Y tu mente siempre positiva
Pues el día en que, en vez de los indios, entre el séptimo de caballería, sí que lo vas a filparrr... (je).
Superabuelas al poder!! ^_^
A mi me pasó algo "asi" con un chico mitad punky mitad siniestro pero que debia ser de otro rollo parecido que desconozco...sentado al lado mio.
Saco mi movil para ver la hora que es y le noto que lo mira y acto seguido saca un iphone ^_^ y yo pensé.. que pasa, estamos en el concurso de hippy.pijos del metro? ;)
Asi que saque el ipod touch y cambie de cancion poniendo una española y ahi ya es cuando nos mniramos a la cara (hasta entonces solo habia visto la sombra de las crestas tipo Goku y la ropa y uñas negras)..
Y era un chico con una cara de buen chaval!! :) nos sonreimos un momento y nada mas... el siguió trasteando con su iphone y yo en la siguiente me bajaba..
Solo cogi el metro en hora punta una vez, asi que no conozco "lo peor" de él.
Y en el tren de Andover a Waterloo un desconocido me mandó un mensaje multimedia con colorines que ponia "ir en tren es tan aburrido!..." y me dió corte responder ^_^
Eso pasó por llevar el bluetooth abierto.
Si... en el metro pasan muchas cosas, pero creo yo que lo de séptimo de caballería va a ser dificil...
Montse, coño, a esos mensajes se responde...jajajaja
Aquí en sevilla, de momento, tenemos un flujo sanguíneo bastante reducido. Mu guapo el relato. Un abrazoo. maxi.
Me dio corte!, que al final soy timida aunque nadie se lo crea...
http://www.youtube.com/watch?v=4rGU-vD4euc&feature=player_embedded
jajajaj, si, Sevilla es ciudad de una sola vena -por ahora, jajaja-
Que corte ni que corte, Monttse por Deus!!!!
Borre, joder tío... eres el reverso tenebroso
La ONU denuncia un "baño de sangre" en Sri Lanka
Más de 100 niños han muerto en los combates entre el Ejército y la guerrila tamil este fin de semana, según la organización
http://www.elpais.com/articulo/internacional/ONU/denuncia/bano/sangre/Sri/Lanka/elpepuint/20090511elpepuint_11/Tes
Hoy ha salido la noticia. Lo que sucede en España, viene en buena medida dado por el desinterés de nuestra generación en "vigilar" a nuestros políticos.
Eso, en cualquier país decente, no sucede. A los políticos se les tiene siempre a vista de lupa y el debate está siempre en la calle. En nuestro país, sin embargo, por muy corrupto que se encuentre el sistema, ¡da igual!, a la gente le da igual y los políticos o los viejunos supercincuentones inventores de nuestra democracia, se aprovechan de eso y utilizan el dinero de todos para sus propios beneficios, los de su familia y amigotes, tú ya sabes.
Lo que quiere Chaves es que seas un completo ignorante aunque feliz viendo mucho Canal Sur.
Noticia de hoy en el daily telegraph:
http://www.telegraph.co.uk/news/newstopics/mps-expenses/5307019/MPs-expenses-Gordon-Brown-apologises-to-public-on-behalf-of-House-of-Commons.html
¿Esto iba a suceder en España...?
Portishead... ohhhhhhh... :) buen gusto musical!
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