Mi Londres se queda un poco más huérfana. Anibal y Duncan han empaquetado sus bártulos, han regalado lo superfluo, han rentado el piso, han dejado en préstamo algunas cosas como la bicicleta que tenemos hospedada en nuestro salón, han apretado la ropa en sus mochilas y han emprendido rumbo a América.
Pasaron la penúltima de sus noches Londinenses en nuestra casa y ahora mismo estarán en alguna playa de Cuba los muy cabrones.
Les conocimos gracias a esa cola del casting de Robin Hood que para tanto ha dado y con ellos hemos compartido los tres últimos años.
Anibal es un niño grande en continua transformación, Duncan es un malpata que siempre tiene el consejo justo en el momento preciso y a ambos se les echará mucho de menos. En pocas palabras... son genuinos, son geniales, son amigos.
Así que, pareja, que halléis vuestro camino, que sigáis siempre igual, y que a vuestra vuelta una Alphine estará aguardando... por supuesto en el White Horses.
Cheers.
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