miércoles, 8 de mayo de 2013

Comida española en Londres: Camino



A veces uno no puede regatear las coincidencias que la vida le lanza a la cara. Yo estuve a punto, pero al final acepté la invitación de ir a conocer “Camino” y escuchar de primera mano, de la mano de su dueño, un inglés enamorado de la península, su apuesta por que los estirados de nariz respingona hijo de las islas sepan que más allá del tópico del sol y playa, en la piel de toro se esconden muchos otros tesoros, algunos tan chispeantes como el cava.

Pero vayamos por partes.

Si mi Casio amarillo tuviera el poder de hacer retroceder el tiempo y, semana arriba, semana abajo, nos fuéramos cuatro años y seis meses atrás, veríamos a un par de alcalareños recién aterrizados compartiendo habitación en un hostal de King Cross. Ya os podéis imaginar: ansiedad, un inglés que cualquier loro de abuelita inglesa de té a las cinco podría superar y un hambre insaciable por comerse la ciudad palmo a palmo. Esos éramos nosotros mientras explorábamos Londres y sus rincones, buscando piso, trabajo, amigos, una nueva vida en definitiva. Y en una de esas incursiones por territorio desconocido nos topamos con un oasis familiar. “La Cruz del Rey”, un gigante bar/cafetería/restaurante del que casi salimos huyendo, no porque el lugar en cuestión fuera espantoso sino por el hecho de que representaba aquello de lo que habíamos salido corriendo: España.

Luego de alguna vez que otra Mariano y yo, esos dos alcalareños, recordábamos con cierta nostalgia, sobretodo cuando estábamos por los alrededores que “La cruz del Rey” fue uno de los primeros bares donde caímos por Londres y que vaya tino tuvimos.

Con el tiempo, cuando resulta que al final te ha reinventado a ti mismo en un país extranjero, y que ya hablas un poco mejor que el loro de la abuela del te a las cinco, sólo un poco mejor, y ya estás echo al Earl Grey y que incluso le encuentras su salero al marmite, ya no sales huyendo de esos oasis con los que te topas, sino que lo buscas de tanto en tanto, aunque sea por recuperar por una noche un poco del sabor de la tierra.

Porque España, con sus contradicciones, sus problemas, sus guerras fatricidas interminables, es un país acojonante. Y Richard, Ricardo, lo sabe.

Ricardo, que no os lo he presentado, es el tipo que nos atiborró una noche a un puñado de bloggers españoles afincados en Londres a gambas al ajillo, croquetas, jamón de guijuelo, arroz negro, chorizo con pimientos del piquillo y otros tanto que ya ni recuerdo porque a todo esto el tipo no hacía otra cosa que descorchar vinos; en aquel mismo bar que años atrás Mariano y yo habíamos huido.

Fueron casi cuatro horas, a la española, ya me entendéis, comiendo, bebiendo, riendo, hablando, y comiendo y riendo y hablando, y bebiendo y bebiendo... y bebiendo.

Y en eso que Richard nos presentó su nuevo reto, convencer a sus compatriotas y ya de paso al que se deje caer que el Cava se llama Cava porque no se puede llamar Champagne, pero que al final es un vino con burbujas tan bueno como su vecino francés. El garito se llamará “San Pablo” y cómo no estará en los alrededores de “St. Paul´s” y lo abre de ya a poco.

Las gambas no son las de Huelva, las croquetas no son iguales a las que hace tu madre, pero consigue que te sientas en casa, así que si un día te pierde la nostalgia, o quieres impresionar a tu novia de Taiwán, o deleitar a los amiguetes polacos del curro, y que prueben un trocito del alma de tu tierra llévales a alguno de los lugares que “Camino” ha plantado en Londres.

Es una apuesta tan segura como la que Ricardo hizo algunos años atrás, cuando conduciendo un mini por la península se le ocurrió la idea de introducir la gastronomía española en Inglaterra.

No hay comentarios: