Desembarqué en la ciudad donde se proclamó la igualdad, la fraternidad y la libertad esperando comer Ratatuille, expectante por comprobar si es tan bonita como todo el mundo pregona y en definitiva a pasar un buen fin de semana pero entre semana.
Y con lo primero que me topé de Paris es con su indescifrable mapa del metro, acostumbrado a la pulcritud y claridad del Londinense, ese entramado ladeado de lineas serpenteantes y discontinuas se me antojó inescrutable, y así fue durante casi todo el viaje. Ya dentro del mismo, la impresión no mejoró; sucio, congestionado, aunque la regularidad de los trenes aceleraba al menos tu estancia en el inhóspito subterraneo parisino.
Luego un paseo por los gélidos Campos Eliseos y el Arco del Triunfo, que bueno, es un arco ahí en medio, haciendo de rotonda. Muy grande, muy bonito.
Dejado los macutos en el hotel, Hotel de Sevigne, céntrico, limpio, acogedor y con un servicio muy hospitalario; desde la limpiadora que te ayuda a abrir la puerta del hotel porque ya no sabes manejar tarjetas de entrada de tanto tiempo que no usas una, hasta la recepcionista que sin preguntárselo nos ofrece un itinerario alternativo y unas cuantas tips para nuestro último día de estancia. El cliché de que los parisinos son unos maleducados henchidos de sí mismos empieza a desquebrajarse.
Nos vamos a la torre Eiffel. 300 metros de acero que subimos hasta a la mitad a pata. Luego un ascensor nos condujo hasta la cúspide y allí pues hicimos como buenos turistas, echamos fotos, fumamos un cigarro y fuimos regañado por ello.
Comimos un menú en un restaurante que me recomendó un cliente habitual parisino. Chez Clément. Es así como una cadena de restauración tradicional. Ratatouille no había, pero un montón de cosas que sonaban a platos antiguos. Al final comí pescado con patatas al horno. No muy bueno, no muy caro, 15,90 por cabeza en los Campos Elíseos. Aceptable.
Luego oímos una misa cantada en Notre Dame y he de decir que es la catedral más bonita que he visto en mi vida, y no es que haya visto pocas. Tiene algo distinto, estaba atardeciendo, y las vidrieras le daban un color azul atenuado que te envolvían. Y allí encendí una vela, de esas que sirven para cumplir plegarias, pensando en alguien que de aquí a no poco se enfrenta con la vida. Ella no cree mucho en esas cosas, yo tampoco, pero supongo que toda ayuda es buena.
Y en una esquina, con la vistas de Notre Dame, pagamos en una cafetería por un poco de agua caliente y dos bolsas de te algo así como nueve euros. Como que mejor no pongo el enlace.
Paseo de vuelta y cena en Café Brassac donde muy amablemente nos sirvieron por 63 libras, un par de buenos platos, un par de grandiosos vinos y un postre alucinante. En particular mi solomillo estaba para tirar cohetes. Caro pero excelente ambiente, así como modernete y la materia prima ejemplar. Pedí ratatouille pero se olvidaron de servirlo.
Al día siguiente paseito por Montmartre, obedeciendo recomendaciones de mi amiga María la Mejicana. Hacía algo así como ocho bajo cero, así que la cosa se acortó y ni siquiera llegamos al Moulin Rouge. Tomamos un refrigerio en el Café du Theatre que recomiendo por lo genuino que es. Así se respira franchutismo a tope. Y luego a la Basílica du Sacre Coeur, que está ahí en una colina a la que accedimos por un telesférico, que ya las piernas después de la Eiffel no estaban para más escalones. Unas vistas inolvidables, una panorámica de toda la capital francesa, que debe ser acojonante para un atardecer.
Y por la tarde el Louvre. Y qué decir del Louvre... a mí sólo se me ocurre una cosa: demasiado grande.
Después del jaelo de cuadros y cuadros, salas y salas, cuadros y cuadros, último vino en un bar fashion llamado Unisex. Y efectivamente como el nombre indica, cuando bajas las escaleras para vaciar el agua al canario, ves que por la puerta del servicio entra todo cristo, con canario o sin él.
Paseo por las Tullerías, cruzar un estanque helado, plaza de la Concordia con obelisco egipcio y ruidosa excursión escolar incluida, bocata, recoge maleta, estación y pa casa.
Así fue en definitiva el fin de semana entre semana en París. Supongo que con mejor tiempo pasear se hubiera convertido en una actividad más placentera. Es cara de cojones, hasta límites ridículos, lo único más barato en comparación con Londres creo que fue el tabaco. Los franceses con los que nos topamos muy prestos a entenderte, a ayudarte y siempre con una sonrisa en la boca; así que en lo que a mi experiencia respecta, el cliché roto del todo, los parisinos son encantadores. El Siena lindo lindo, ahí con los puentes y las farolas y las chicas con bufandas blancas y los tipos con pañuelos.
He de repetir, en realidad querría haber ido al d´Orsay, imperdonable que no me haya pasado por el College de France después de cinco años de carrera oyendo de él y sobretodo y ante todo, pecado que me fuera de allí sin hacer lo que pretendía haber hecho: probar el famoso Ratatouille.
Y es cierto, es tan bonita como todo el mundo pregona, Paris es amplitud y croissants.
5 comentarios:
Espero que te hayas comido al menos un croissant al día, que si no si que no tienes perdón... :)
Y sí, con mejor tiempo se disfruta más. La última vez que fui fue el junio pasado, y es una delicia, aunque nos tocó ola de calor casi insoportable. Si alquilas apartamento y cocinas tú no es tan caro, pero te pierdes las experiencias culinarias extrañas, claro :p
Y los franceses... hay de todo. Las personas mayores son especialmente estúpidas en general, aunque siempre hay excepciones, pero con las nuevas generaciones no hay problema ninguno.
Adoro París!!
jejeje, la próxima vez habrá que alquilar apartamento :P porque las experiencias culinarias raras se producen mayormente cuando cocino, jejeje.
Yo ahora también adoro Paris!!!
y no avisarme de que venias!!! Mon Dieu!!! que te hubiera llevado yo a comerte unos crepes de vicio (venir a la France y no comer crepes, tu tambien...)
pero me alegro de que en general te haya gustado, que hayas roto el cliché y aunque has venido cuadno mas frio ha hecho en el ultimo año hayas podido disfrutar.
Pues si hija, me faltaron muchas cosas por hacer, que haré... cuando pille más ofertas del Eurostar ese!!! jejej
Hola! Muy buena crónica. Parece que has pasado unos muy lindos días. Yo debo reconocer que quedé enamorado de paris la vez que estuve...
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