miércoles, 28 de noviembre de 2012

Km cero





Hubo una vez que quise ser guionista y con mi ingenuidad a cuestas cargué la mochila con mis proyectos, guiones de largos, sinopsis, cortos, documentales... y me fui a la capital. Hice que a un mapa le saliera el sarampión al marcarlo con decenas de puntos rojos, allá donde las productoras tenían sus sedes, y durante una semana me dediqué a aporrear puertas.
Una mañana había quedado con el típico amigo de amigo, un actor que llevaba años pateando escenarios y ganándose la vida poniéndose en la piel de otros, para que me orientara un poco en lo que buenamente pudiera. Y allí que lo esperaba en Sol, fumándome un cigarro cuando un tipo cámara de foto en manos y a unos dos metros de mí empezó a hacerme señas para que me apartase. No lo acababa de entender muy bien, tenía toda la plaza para hacer el retrato, pero aún así me desplacé un par de pasos. Inmediatamente mi posición vino a ser ocupada por dos mujeres, mis dotes detectivescas dedujeron que aquellas eran madre e hija, y el de la cámara tenía todas las papeletas de ser el yerno. Señalaron hacia el suelo, sonrieron y el tipo tomó la foto. Éste con un gesto me vino a dar las gracias y se perdieron entre la gente que aquel día pululaban bajo el sol castizo de Madrid...

Lo prometido es deuda y al final de lo que dije que iba a hablar en este artículo es de lo que hablo en este artículo, mira por donde, un poco de coherencia. Si quieres seguir, pincha aquí

miércoles, 21 de noviembre de 2012

Tareas Solidarias.


De vez en cuando hay que ser solidario, sobretodo si a uno le duele la boca, las muelas, la lengua y hasta la saliva de proclamar a los cuatro vientos que por muy mal que estemos, que a pesar de esta crisis crónica que como la tos en invierno no parece que vaya a dejarnos, que a pesar de todos los dramas, en general, aún estamos mucho, mucho, mucho mejor que en otras geografías.

Y es que cuando nos da por comparar siempre miramos hacia arriba y nunca hacia abajo. Siempre pensamos en aquellos que tienen más para quejarnos de lo poco que tenemos. Yo siempre creí que eso fue un gran error.

Y de vez en cuando algunos se arman de coraje, se arman con su tiempo y se dedican a hacer que este mundo sea un poco mejor y por mejor entiendo más justo, más igualado, más respirable. Y esos que con su coraje y tiempo montan tinglados como "Tareas Solidarias" son a los que deberíamos dirigir nuestra admiración.

Luego están los que se rascan el bolsillo, porque ni tienen el coraje o son tan egoístas que no quieren compartir su tiempo. Ahí entro yo. Por eso me he metido en su web, por eso les escribo esta entrada y por eso les he hecho un donativo, porque les admiro y porque no tengo los huevos de ser como ellos.

Y luego están los que ni se arman de coraje, ni comparten su tiempo, ni los que se rascan el bolsillo, y que a la postre, apuesto, son a los que más se le llena la boca quejándose de lo mal que su vida les trata y lo injusto que es el mundo con ellos.

¿Cuál de ellos eres tú?

Para los que no son esa última clase de persona o quieren dejar de serlo en su web tenéis varias formas de colaborar: con coraje, con tiempo o con dinero.



domingo, 11 de noviembre de 2012

Guadaíra información





Guadaíra información es la manera en la que Alberto Mallado quiere mantener al pueblo informado, online. Al pueblo que me vio crecer. Alcalá de Guadaíra o como comúnmente se la conoce por aquellas tierras: Alcalá de los Panaderos

Ha reunido a una caterva de columnista para que le den color a la sección de opinión, y ha tenido la gentileza de invitarme a participar. Un par de veces al mes o algo así me colaré entre sus páginas. Así que desde aquí no puedo hacer otra cosa que agradecérselo.

Y no sólo lo hago porque me brinde un portal donde expresar mis opiniones y reflexiones, que a la postre a decir verdad no valen un pimiento; sino también y más que nada porque me ha dado la oportunidad de permanecer de alguna manera un poquito más ligado a mi pueblo, al cual desde éste húmedo Londres se le echa a veces mucho de menos.

Esa foto es del Paraíso. Una plaza céntrica, donde he quedado una y mil veces. El punto de partida para irse a fumar un cigarrillo a hurtadillas, o para ir al campo de futbito que nunca me vio forjarme como estrella, para tomar cafés o hacer botellón, para comer pipas o sentarse en el banco y ver pasar a la peña. El paraíso fue mi kilómetro cero y seguramente de esto mismo hable en mi próxima columna.

Por ahora he escrito dos, la primera donde describo brevemente mi experiencia en tres países distintos en lo concerniente a como los padres manejan a sus hijos, que lo titulé "La ruta del chupete"; la  segunda sobre cómo la industria del doblaje le hizo mucho daño a la educación de mis oídos, a la que llamé "Alquilar películas pudo ser una inversión"

Pinchad si os apetece.






sábado, 10 de noviembre de 2012

Alquilar películas pudo ser una inversión.



Uno de los recuerdos que atesoro con más cariño de mi niñez fue la llegada del primer video VHS, era un Panasonic en cuyo mando a distancia venía incorporado un láser lector de código de barras para programar grabaciones que jamás llegamos a utilizar.  No recuerdo bien si fueron unas navidades, un cumpleaños o simplemente por que sí. Y con el aterrizaje del electrodoméstico vinieron parejas mis expediciones al VideoStar, que por aquel entonces tenía sus puertas en la Plaza de la Almazara. Ya desde muy temprana edad la magia del cine me había hechizado, pero el video trajo el cine a casa, y eso fue la ostia.

El video se fue popularizando y abrieron otro VideoStar en el Paraíso, en vez de amarillo naranja, y por motivos logísticos empecé a transitar éste hasta casi que lo cerraron. Y no sólo alquilaba películas, sino que las grababa. Luego en la Universidad me plegué a los cantos de sirena que el Videoclub el Águila me lanzaba desde la calle Silos y consumí mi infidelidad cuando me hice asiduo a rentar películas independientes o rarezas que nunca podía encontrar en el videoclub que hasta entonces había colmado mis necesidades. 


No lo que podría haber sabido yo de hablar inglés si en nuestra patria España no fuéramos tan catetorros... para leerlo entero, pinchad aquí

martes, 6 de noviembre de 2012

Una fecha propia



Siempre he mantenido una relación algo equívoca con mi cumpleaños. Ese día te llaman de seguido, te envían mensajes, el muro del facebook se atiborra de felicitaciones, algunos regalos caen y de vez en cuando hasta soplas unas velas.

El día que naciste no puede sino ser un día importante, un día para celebrar.

Aún así siempre he estado un poco disconforme y a cada año que pasa más hastío me produce la efeméride de mi propio natalicio. Porque los cumpleaños no nos pertenecen. No son dados, no los elegimos, y son completamente arbitrarios. Son importante para tus padres, y supongo que es una manera de recordar que sigues teniendo amigos.

Hoy hace cuatro años, en este justo momento que escribo este post, estaba acomodándome en el frío suelo de Stanted. Un avión desde Sevilla acababa de llegar y entre sus muchos pasajeros nos traía a mí y a Mariano. Teníamos que pasar la noche en el aeropuerto porque el tren que nos llevaría al centro de Londres no salía hasta por la mañana. En aquel aeropuerto ronqué como un niño acunado en mis sueños, que como todos los sueños, olvidé. El Maxi y el Pedro nos hicieron casi de escolta, ellos esperaban el enlace que les llevaría sino recuerdo mal a Noruega. Y así empezó esta aventura.

El cinco de Noviembre. Una fecha que un día señalé en rojo en un calendario. Una fecha que yo elegí. Una fecha que cada año, en mi particular manera, celebro. Nadie me llama, ni me envían mensajes, mi muro no acoge ninguna felicitación, y esta fecha, por ser mía, por ser propia, en mi particular y a veces creo que extraña manera que tengo de ver las cosas es la fecha más importante par mi.

Porque esa fecha es el referente que marca un cambio en mi vida que la ha dejado alterada para siempre. No recuerda el día exacto en el que besé a la primera chica, ni el día exacto de mi primer polvo, ni el día en el que acabe el instituto, el colegio o la universidad, ni el día que empecé mi primer trabajo, ni en el que publiqué mi primer relato... fechas importantes en su momento que se han ido diluyendo en mi pasado.

Pero este cinco de noviembre, atino a pensar, que se quedará conmigo para siempre. Y esté donde esté encontraré un hueco para reírme de aquel tipo con barbas, un plumífero verde, y dos maletas con restricción de peso que se pasó la noche roncando en el frío suelo de un aeropuerto londinense.

Y ya son cuatro, a ver los que esta ciudad me aguanta.

En la foto, Jorge, Mariano y David. Nos juntamos hace unos días porque más o menos todos llegamos en las mismas fechas y ellos son parte de mi pequeña familia de aquí. Y lo celebramos de la única manera posible: a pintas. Dos en esa foto ahora tienen hijos ingleses, así que podemos decir que estamos arraigando. Han sido muchas aventuras juntos y brindábamos para que fueran muchas más.