Hay referendum por la independencia de Escocia del Reino Unido en el 2014, pero hoy acontece algo mucho más fundamental e importante: un partido de fútbol.
Un partido entre los dos contendientes, un clásico, un Escocia contra Inglaterra.
Y es que levantado, con la mochila al hombro, nada más aterrizar en el centro de Londres he ido observando con cierta extrañeza que el número de hombres con faldas era algo superior a lo habitual. Cuando el vapor del sueño ha ido desapareciendo he comprobado que no eran faldas aquello, sino kilts, o lo que es lo mismo, la falda tradicional a cuadros escocesa.
Y es que ambos equipos revalidaran hoy lo que para muchos historiadores fue el primer partido de fútbol internacional, el que les llevó a enfrentarse en Glasgow el 30 de Noviembre de 1872 con un resultado de empate a cero. Como curiosidad que este primer envite se jugó en un estadio de criquet, el de Hamilton Crescent. También anecdótico que el primer partido internacional se disputara entre dos selecciones que técnicamente conforman el mismo país; pero es que claro, las federaciones inglesas y escocesas son harto más antiguas que la propia FIFA así que no era de recibo decirle a los de las islas, que encima inventaron el fútbol -con permiso de los incas y mayas-, que ahora tendrían que marcar y encajar goles bajo la Union Jack.
Cuatro mil almas fueron las testigos de aquel empate; muchos más y sólo escoceses son los que hoy he visto congregarse en Trafalgar Square, con sus cánticos, banderas, bufandas, faldas y colores. Y como que desde mi viaje a Escocia éstos me caen muy bien, casi que me han entrado ganas de sumarme a gritar con ellos y cagarme en los ingleses y todo lo inglés.
Luego he caído de lo impropio de tal arrebato, puesto que sería como si al observar una congregación de catalanes en Sol, con sus señeras, castells, butifarras y colores me hubiera unido a ellos para cagarme en los españoles y lo español.
Y claro, yo me siento muy español: alcalareño, sevillano, andaluz, español, europeo y humano... esos son mis círculos concéntricos que utilizo como una baraja y así con quién me encuentre saco la identidad que más congenie; es por eso que para mí la última es la más importante, la que me hermana con todos.
No sé, yo creo que aquí en las islas llevan con mucha más naturalidad eso de la identidades y los nacionalismos; como prueba es que ellos van a poder votar si siguen o se apean. Así que a lo mejor los políticos de Madrid que tanto miedo le tienen al referendum y a la expresión democrática del pueblo deberían darse una vuelta por aquí y ver cómo los escoceses se plantan en todo el centro de Londres colapsando el tráfico sin que se produzca ningún altercado ni escándalo público y sin que un puñado de políticos echen espumarajos por la boca.
Aunque a la postre, lo que yo de verdad sospecho, es que todo este negocio de la independencia no es más que una excusa, una cortina de humo para ocultar el verdadero objetivo, el verdadero deseo, que no es otro que poder disfrutar de una selección propia de fútbol, quién sabe si ganar un europeo o un mundial, porque como todo el mundo sabe y parafraseando a Bill Shankly, antiguo entrenador del Liverpool, no es que el fútbol sea una cuestión de vida o muerte, es que es algo mucho, mucho más importante que eso.
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