martes, 10 de abril de 2012

En la isla.


Hoy justo hace una semana que desembarqué de nuevo en Londres tras pasar unos buenos días en Lanzarote.

Desde entonces no he visto ni un minuto el sol.

Ya estoy de nuevo acoplado a mi rutina y he de decir que esta vez me costó un poquito más de lo habitual. Lo días allí fueron, como siempre, especiales.

No sólo porque fuera a dos cumpleaños, o a una huelga, o a un teatro en un patio al aire libre donde representaban pequeños trozos de las obras más importantes de Tennesse Williams o porque me dejará un rato tostar en la playa, o porque me bautizara, que es como llaman a la primera vez que te sumerges para probar si te mola eso del submarinismo, o porque todos los días probara comida rica, rica. Todo eso ayudó, pero lo que hace inolvidable siempre el paso por Lanzarote es la gente que encuentro allí. Especialmente los granujas de Diego y Diana.

Además esta vez hubo visita relámpago de la mujer que me parió: mi madre para mas señas. La persona que mejor me sabe cuidar del mundo entero.

Así que...

...ahí estoy...

...contando los días para regresar.

(esperando que en la próxima haya menos kalima)