jueves, 26 de mayo de 2011

Lo jodido que es conducir a tu elefante.



Yo le dije a Andy que había libros a los que había que darles una segunda oportunidad. Todo vino porque me comentó que no le había gustado "El viejo y el mar" de Hemingway. Yo el libro lo leí, no sé, con catorce o quince años y no me dijo mucho. Pero justo antes de venirme a London, el Coco me lo regaló en versión original y lo leí con mucho esfuerzo ya que mi inglés de por aquella no era para tirar cohetes. Iniciando la aventura de sobrevivir en un país extraño, con una lengua apenas conocida y con todas las expectativas y miedos en la mochila, aquella historia de un viejo defenestrado que se hace a la mar para pescar el pez más grande jamás pescado me pareció una pintoresca metáfora de mi propio viaje, y claro me "dijo" mucho. Yo le expliqué esto a Andy, como prueba feaciente de que a algunos libros hay que darles una segunda oportunidad; pero claro, no quedó muy convencido.

Pero como soy un cabezota pues le regalé un libro, otro que cuando lo leí por primera vez me pareció un rollo macabeo y que años después se convirtió en uno de mis libros de cabecera: "El libro del desasosiego" de Pessoa. Compré su versión Inglesa, le puse una dedicatoria y se lo mandé por correo.

Andy todavía no se lo ha leído.

Pero entró en el juego regalándome a su vez ese que tenéis arriba en la foto. "The happiness Hypothesis" de J. Haidt. Un libro que me dijo "cambiaría mi vida"

Álvaro se lo acaba de terminar.

Y en la dedicatoria Andy me retaba misteriosamente a aprender a conducir mi "elefante". Y yo prolongo el misterio al animaros a que aprendáis a controlar a vuestro elefante, una vez que hayáis dado con el libro, lo leáis y sepáis de que carajo estamos hablando Andy y yo.

Es un libro sencillo, de lectura amena y bastante divertido. Pero es un libro, no magia, así que al leerlo no encontrarás la felicidad; no obstante te puede pasar como a mí, que te conteste a algunas interrogantes y le de forma a algunos intuiciones que todavía barruntados no habían alcanzado el grado mismo de pensamientos. Ojo al capítulo dedicado al amor, a mi me ha ayudado a comprender de una forma mucho más precisa el revoltijo emocional en el que me estado hallando en los últimos años.

¿Ha cambiado mi vida?

Estoy escribiendo en el blog, fumando, llueve, acabo de comer un bocadillo y un bol de brutas y estoy esperando a que vengan posibles inquilinos a ver la habitación que queda libre. No, no ha cambiado, pero quizás ahora la entienda un poco mejor.

Y como dijo Aristóteles: en el medio está la virtud.

Andy gave to me that book: The Happiness Hypothesis. It was cool read it. It taught me a lot of things and my way to think about so many things has already changed. I think I didn´t reach the happiness reading it, but at least now I guess that I´m able to understand a bit better my own life. Read it, and try to drive your elephant!!!

miércoles, 4 de mayo de 2011

Una piedra menos sobre la tumba de Marx.



En el cementerio de Highgate y tras subir un cuestón, por tres pavos puedes saltar encima de la tumba de Marx. En la de Marx y en las de muchos otros claro. También te puedes sentar a leer si las nubes no te lo impiden, es un sitio lindo para leer, calmo.

Resulta que este Marx le propinó un buen puntapié a la filosofía con eso de que hasta ahora los filósofos habían interpretado el mundo cuando lo que hay es que transformarlo. No veas como se las gastaba el gachís.

Y bueno, no voy a descubrirle aquí, toda la herencia que dejó y la enorme sombra que ha proyectado sobre el siglo este que hemos dejado atrás y el nuevo que está comenzando.

No me encuentro entre sus defensores, tampoco entre sus detractores, recuerdo que cuando lo estudié me pareció un tipo simpático con eso de la infraestructura y la estructura, lo del opio y la plusvalía, la dictadura del proletariado y con lo de trabajadores del mundo uníos... esto último si que me pareció una broma, o le pareció a una broma a un post-adolescente que no sabía muy bien que hacer con su vida, que se acababa de cortar la melena heavy que tenía y que estudiaba filosofía en Sevilla y que se mostraba muy incrédulo ante eso de la solidaridad obrera. Lo único que ha cambiado desde entonces es que ya no estudio en la Universidad de Sevilla.

Fue bonito ir a visitar su tumba y ver como en sus fronteras había crecido un bosque de lápidas de otros luchadores del movimiento obrero, Mohamed Dadoo, Ian Doras, Chirs Harman, Paul Foot, Claudia Jones y tantos otros que parece ser que fueron a buscar el descanso eterno bajo el abrazo del jefe.

Fui con mi primo Rafa y un amigo suyo, Jeff, comunacas ellos; que vinieron a tocar un poco las pelotas unos días a Londres como primera etapa de su viaje por Europa. Y allí con ellos se produjo un episodio que me dejó perplejo. Coincidieron con unos turcos que habían ido también a mostrar respeto y se hicieron una foto juntos. Yo fui el fotógrafo y nada más sacarla me pregunté...



Quillo ¿Por qué coño levantáis unos la derecha y los otros la izquierda?

Y entre susurros me aclararon la duda. Y su respuesta me hizo reflexionar que eso del comunismo en realidad tiene mucho de litúrgico. Y os dejo con la incógnita a ustedes, a los que lean esto, porque dejaros con ella es infinitamente más divertido.

Y allí, en una esquina del cementerio, elevado en una cripta de mármol, con ese enorme busto olvidado yo me mangué una piedra. Un recuerdo de la tumba de un colega que quiso hacer del mundo un sitio más justo. Y es que colegas de esos hay menos de los que serían necesarios.

My cousin Rafa and his friend Jeff came to London a few weeks ago. We spent some time together and we went to Highgate Cementery to visit Marx. I stole a stone from his grave because I wanted a souvenir from the grave of someone who wanted to make a fairer world. And then, at home, I thought that we need more people who fights for a fairer world and that stone should remind me that forever.


Pd: Rafa, Jeff, fue lindo teneros y que me arrastráises hasta la tumba, y comer pato y arroz en un chino a las tantas platicando sobre lo divino y lo profano y asustarnos con como la gente se gasta miles de libras tirando fichas a un tablero, pero sobretodo lo mejor, sin duda, fue veros roncar con antifaz. Todavía tengo pesadillas.