domingo, 19 de enero de 2014

Por qué España va mal.


Es un título grandilocuente éste.



España va mal porque yo no me esperé a decirle al dueño de un coche azul, y a la media docena de vehículos que estaban mal aparcados en el parking gratuito del HiperDino -un supermercado de Tías, Lanzarote, Islas Canarias- que así por la vida no se puede ir. Que no puede llegar con tu carro y decir ahí lo aparco y el que llegue después que se joda, que aparca fuera y que le den por culo.

Que la desfachatez, la mezquindad, la falta de respeto, la ausencia de civismo y la estulticia es lo que nos convierte en un país estéril y sin esperanzas.

Pero lo que de verdad nos está hundiendo es el silencio, el mutismo, el mirar hacia otro lado, la estrategia de evitar el problema en vez de encararlo, y sobretodo un ejercicio titánico de autocrítica y de perdón.

Quizás este del coche azul tenía una coartada, me puedo imaginar media docena de ellas para justificar plausiblemente un aparcamiento así, perezoso, a la primera, con prisas y urgencia. La hipótesis de la excepción... pero cuando es medio parking el que alberga coches aparcados así a la ligera, la hipótesis de la excepción se convierte en la constatación de la podredumbre.

Porque quizás mañana yo diga, que carajo, me voy a comer la cabeza para meter mi carro entre las líneas, si nadie lo hace, no voy a ser yo el único tonto que gaste goma. Ese día estaré vencido, y habré entrado en el lado oscuro de la fuerza.

Siempre he estado preocupado por evitar que ese lado oscuro me atrapase. Pero es que eso ya no es suficiente. No lo es.

Ahora hay que enfrentarlo.

Hay que decir basta. Pero dejemos ya de mirar a los políticos, al Rajoy, al Zapatero y a la madre que los parió. Mirémonos al espejo y preguntemos al reflejo quiénes somos y cual es el puto motivo de nuestra existencia.

Es hora de ponerle la cara colorada a nuestros vecinos... empezando por nosotros mismos. Porque si no comenzamos ya a hacerlo esto se va a acabar convirtiendo en un asqueroso "sálvese quién pueda" y el monstruo del Leviatán se cernirá sobre nuestras cabezas.

Yo voy a preparar unos papelitos... media docena, para dejárselos en el limpiaparabrisas, con algo escrito:

¿Se ha preguntado alguna vez usted que gana con su falta de civismo?


viernes, 17 de enero de 2014

Carta abierta al grupo Lactalis



"Estimado grupo Lactalis.
 Tengo entendido que en 2010 desembolsó 630 millones de euros en la compra de la empresa Ebro Puleva, compañía que produce leche en una planta situada en mi pueblo, Alcalá de Guadaíra.
Recientemente han anunciado que se llevan la producción a la planta de Granada. Dejan a 70 trabajadores, parece ser que muchos de ellos mayores de cincuenta años, a merced de las prejubilaciones o la recolocación, en lo que ustedes llaman “voluntad” de mantener todo el empleo posible.
Yo cada vez comprendo menos el mundo en el que vivo, y con esa estupefacción me voy abriendo paso por la vida.
¿Por qué se van de mi pueblo?..."
Puleva se va de mi pueblo, una fábrica que en sus años buenos contaba con hasta doscientos trabajadores. Después de las espantadas de Gillette, Flex, Roca otro duro mazazo, prejubilaciones, traslados, paro, etc. Qué os voy a contar de ese drama. El Grupo Lactalis compró Puleva y les he enviado esta carta abierta, un acto quijotesco donde los haya. Más o menos vengo a decirles que aunque puedan tener sus razones para poner el cerrojo, esos cerrojos van a acabar por desmantelar el mundo. Mi pueblo lo sufre hoy, mañana será el tuyo; como dice el refranero, cuando veas las barbas del vecino cortar...  
Si quieres leerla entera pulsa aquí.

martes, 7 de enero de 2014

Feliz Reyes Magos!!!



"Un pueblo se mide, también, por los críos que corren por sus calles. ¿Van de la mano de los papas, o andan sueltos y en manadas? ¿Juegan en parques o en la calle? ¿Tiene bicis y monopatines y patinetes o son más de dos piedras y un balón? Yo prometería que se podría medir la salud de una ciudad por los decibelios del griterío de los niños. Todas esas estadísticas que silencian el latido de un pueblo en categorías difusas, inventadas para clasificar el nivel de vida, no valen para nada si las confrontas con el ruido de un barrio rebosando de críos por todos sus rincones.
Los niños son ruido que alimentan las ciudades, las calles, las casas... el mundo..."
En mi último artículo en Guadaíra Información hablo de los Reyes Magos, de los niños, del futuro, de la ley del aborto de Gallardón, de mi pueblo, del deterioro de la seguridad social y de mi tío Fede. Hay Castillos y dragones. Si quieres leerlo, pincha aquí.