domingo, 31 de octubre de 2010

Retratos en una noche de Halloween.

Retrato de la peña.
Portrait of the gang.



Retrato de la anfitriona.
Portrait of the host.




Retrato de vampira sin cara.
Portrait of faceless vampire




Retrato de Pelosio.
Portrait of Pelosio.



Retrato de una chica detrás de una rueda de bicicleta.
Portrait of a girl behind a bicycle wheel.



Retrato de un latin lover.
Portrait of latin lover.



Retrato de una bruja sin cara.
Portrait of faceless witch




Retrato de vampiro atacando.
Portrait of a vampire attack




Retrato de un tipo iluminado que cumplía años.
Portrait of an enlightened man who was his birthday.




Retrato de un rapero.
Portrait of a nice gansta.



Retrato del boxeador después de la pelea.
Portrait of a boxer after a fight.



Retrato de un bebé estampado en un bote de talco.
Portrait of a baby from a bottle of talcum powder.



Retrato de la última bebida (un licor Húngaro)
Portrait of the last drink (Hungarian liquor)



Retrato del dueño de la botella de la última bebida (un húngaro)
Portrait of the owner of the last drink bottle (a Hungarian guy)



Retrato de unas piernas.
Portrait of legs.

sábado, 30 de octubre de 2010

Halloween en London debe ser...

...una obsesión

Por que tú vas caminando por la calle y ves un colón y cuando llegas al final de la misma, bueno al principio, ves a un segurata-armario-empotrado-de-dos-metros organizando el paso y vituperando a todo aquel impaciente que quisera entrar antes a...

una tienda de disfraces!!!



Nada, que hay había unas doscientas personas esperando para alquilar su traje de calabaza, vampiro, Jack el Destripador, Momia, Frankestein o cualquier fantoche que se precie.

Donde quedó eso de que con papel, tijeras, cuerda, algo de tela, fixo y cinta aislante, te apañabas un traje a lo Guerra de las Galaxias que ni pa qué.

No sé, a mi me da que eso de rentar un disfraz tiene algo de impostura, es feo y bordeando la fullería. Pero la vida ya me enseñó a que no puedo decir que "yo nunca alquilaré un traje" porque de seguro que alguna vez lo haré, y si no por si acaso.

In London people become crazy in Halloween. Look that queue, just to rent a costume. I don´t like dressing up, but if I have to do it I prefer make the custome by myself.

viernes, 29 de octubre de 2010

Los dias de piernas izquierdas mejor no te topes con un abrigo de "baby cachemir"



Uno a veces se levanta con la pierna izquierda. Otras donde uno parece que tiene siete piernas, o mejor trece, y se levanta con todas ellas juntas.

Aparte de levantarte tarde y tener que correr como un poseso y llegar a la estación donde enlazan las lineas de metro y el metro que tienes que coger pues ese dia no funciona (cómo no, la Distric Line, que falla más que una escopetilla de feria) y sales fuera buscando desesperadamente un autobús y te equivocas de autobús y te bajas y corres y coges el autobús correcto y te das cuenta de que se te ha pasado afeitarte y que la superjefa está en el curro y tienes que ir afeitado sí o sí y llegas con el tiempo justo para comprar en el Booths loción de afeitar y maquinillas desechables por 3,79 libras, esperando una supercola que justo la que por fín sólo hay delante de tí paga céntimo a céntimo y se le cae la bolsa y la dependienta sale para ayudarla y todo el rollo que os podéis imaginar para que el tiempo corriera y corriera y llegas al puto staff room y justo hay alguien en el cuarto de baño y tienes que aporrear la puerta y al final consigues afeitarte pero te cortas, como no, te cortas, y ahora no hay papel higiénico para ponerte trocitos en las heridas y sales por el papel y lo encuentras y te lo pones y esperas que la sangre se seque y por fin bajas (sólo tres minutos tarde y sudando claro) y te pones a currar y en uno de los infortunados lances y peligros que siempre corre un camarero le derramas la spicy sauce en un abrigo de "baby cachemir" que dice el pavo que le ha costado tres mil libras. Limpias con tónica el abrigo y resulta que el apestoso olor a pie de la susodicha salsa no se quita y entonces se planta una espada de Damocles sobre tu cabeza, porque le tienes que decir que vaya a la tintorería y que pase la factura, factura que si al pavo le da por traer la tendré que pagar yo, así que mañana, pasado, o en una semana es probable que me tenga que hacer cargo de una factura de una tintorería pija para quitar el apestoso olor a pie del abrigo de baby cachemir. Otra cosa que me apunto si fuera Dictador del Universo: prohibir los abrigos de baby cachemir de tres mil libras, ir con un abrigo de esos es un peligro, cojones.

¿Pueden pasar más cosas?

Desde luego.

Un cliente te pega un grito delante de la superjefa por la que has corrido la odisea del afeitado reclamando su chicken teriyaqui que dijo haber pedido veinte minutos antes y del que yo no tengo ninguna noticia. Al final el tio se come su chicken, por cierto, un tipo al que le tuve que cambiar tres veces el arroz porque me dijo que estaba muy seco y que él entendía de arroz. ¿Pero que clase de freaki te dice, "hey chaval, ojo, que yo sé de lo que estoy hablando, que yo entiendo de arroz y este está seco"? Coño, pues compráte un spray y lo pulverizas con agua, cojones. Al final paga su cuenta de 35 libras y deja una propina de siete. Quizás mala conciencia. Y como esa, quizás de menos magnitud, se suceden treinta y siete situaciones más de lo mismo y que sería ya demasiado relatar. Vaya, uno de esos días de trabajo donde te gustaría tener un kalashnikov y hacer un par de ráfagas de tiros, pero que de seguro que si lo tuvieras, nada más apretar el gatillo te volarías el pie. Y cuando tengo cinco mintuos por fín, para irme por la puerta de atrás a fumar un cigarro y a respirar aire fresco y que las pulsaciones se calmen me encuentro con el Arthur que me empieza a dar la murga para que le diga como se dice en español "I like your smile". Ya sé, le podría haber dicho, Arthur, colega, no es momento. Pero el Arthur es un cacho pan y yo supongo que lo seré también y ahí que hemos estados tres minutos diciendonos mutuamente "Me gusta tu sonrisa" "Me gusta tu sonrisa" "Me gusta tu sonrisa" uno con acento de sargento lituano y otro con el sevillano que alguno conocéis. Se me olvidó preguntarle al Arthur para que cojones quería saber eso, aunque tengo fundadas sospechas. Total que ya me tengo que volver para adentro y en el primer té que pongo tras el break va y me quemo con agua hirviendo.

¿Pueden pasar más cosas?

Sí.

Una siesta interrumpida, tres mesas remolonas al cierre, el autobús justo que se va en tus narices, etc, etc, etc.

Todavía estoy riéndome de mí mismo. En el fondo los días así tienen su punto divertido.

En casa por fin el Yogan. Un amigo francés que compartió la etapa Ealing y que hace escala en nuestra cobacha de Hammersmith en su camino hacia Islandia. Me relató con mapa en mano de su flipante viaje bordeando la isla y de las millones de experiencas que vivió que le hacen respetar esa manía de los islandeses de creer en duentes, hadas y gnomos; de sus planes para hacer una residencia artística en Reikiavik y tirar millones de fotos y de pasarse dos meses trabajando en una granja en medio de ningún lugar, simplemente para escuchar el silencio de la tundra y rodearse de naturaleza. Espero que no sea de arroz, la granja digo.

También me dijo algo que me va a servir para cerrar esta entrada. Es Islandia tienen un dicho:

"no hay problemas, sino soluciones".

Me animó por un momento, hasta que... ¿Os imaginaís cuál va a ser la solución del amigo del abrigo del baby cachemir no?

jajajajajajaja.

Por cierto, la peazo foto que encabeza este vomitón de palabras es del amigo Yogan. Guapa eh?

Today It was that kind of days that you want to forget. At least I was with Yogan, a French friend, amazing photographer, who is spending one night with us in his way to Iceland. Pic above is from him. It is cool, isn´t it?

jueves, 28 de octubre de 2010

Un hombre sin pasado.




Caminando por Helsinki y siendo sorprendido por la cantidad de restaruantes de tapas y españolidad que fui viendo por allí, desde una pegatina de un Toro Osborne en un reloj callejero hasta una furgoneta en la que literalmente podías leer serigrafiado "El naturalista, caminar por la vida" -cuál era el negocio de esa furgoneta, ni puta idea, pero el slogan estaba escrita en perfecto castellano-, pues pensé hacer una entrada posteando todas esas foto que fui recolectando con cualquier cosa que tuviera que ver con lo ibérico.

Pero ya subi una entrada con muchas fotos y pasando, vaya. Así que he cambiado de opinión. Y esta va a ser otra entrada. La entrada de "un hombre sin pasado"


"Un hombre sin pasado"
es una película de Aki Kaurismaki que vi en el Festival de Cine Europeo de Sevilla cuando disfrutaba como un enano viendo cuatro o cinco movies al día.

La película está bien y es curioso como retrata a la sociedad Finlandesa, sociedad que he tenido la oportunidad tangencialmente de conocer. Digo tangencial porque con el único especimen autóctono con el que tomé contacto está casado con una gallega de nombre Ruth, fue un rasta, hacía surf y habla perfectamente castellano. Así que aunque cien por cien finlandés, me da a mi que el amigo es casi ya más español. Por cierto, Ruth tiene un blog, y he de decir que fue una tarde muy simpática la que compartimos con ellos en el Bar 9, cenando luego en el Rafia y culminándola luego con vodkas en un tugurio Heavy donde sonó un par de veces Bon Jovi (puajjjjj).

Lo que quería comentar es lo jodidamente parecido que me resultó la sociedad finalndesa y los finlandeses a las películas de los Kaurismaki (vamos, a las dos o tres que he visto de ellos). Yo siempre estas cosas las achaco a lo que podríamos llamar el "defecto lente" que no es lo mismo que "el síndrome de los cristales estresados" (esto último, lo siento, es un chiste privado entre el Dani y yo). El defecto lente lo voy a explicar con Almodóvar. Cualquier notas extrangero que vea una peli de Almodovar podría concluir si se pasase una semanita en Madrid, que los españoles estamos muy bien retratados en sus historias. Cosa a la que yo me opongo diametralmente. Lo mismo de Amodeo o Rodriguez con la sociedad Andaluza (si eso existe). Es porque esos extranjeros/turistas ven la realidad con una lente, la lente del foráneo que solo pasa una semana inmerso en una cultura nueva y que encima tiene como referencia clichés provenientes de cine. Esa lente, obviamente, está deformada y solo apura/apunta la superficie de la realidad. Así mismo me sentí yo, dando voltios por la capital de imperio del frío, porque los finlandeses con su quietud, sus caras cuadradas, su pelo medio largo y medio rubio, sus sonrisas tímidas, y toda su inquietante contención me resultaban peculiarmente familiares gracias a las pelis de Mika y Aki (Kaurismaki). Pero fijo que Finlandia es mucho más. Como ese matrimonio entre una Gallega que diseña joyas y un finlandés que ya no tiene olas que montar.

Por otra parte Helsinki me ha hechizado e intriago a la par. Desde el diseño que rezuma en todas partes a la "Casa Filandia" de Alvar Aalto que de noche, iluminada y a lo lejos, parece ser una construcción algodonada, sin esquinas ni lineas rectas y que a plena luz del día se transforma en una muralla blanca de polígonos regulares. Magia y lírica a la par. Así como los cientos de peluquerías que jalonan cada calle, todas con su propia personalidad y estilo. Si en Finlandia dicen que hay una sauna por persona, me atrevo a apostar que hay una peluquería por casa. Y no quiero ni contar la extravancia de los finlandeses/as con los pelados, que ni aquí en Londres vaya. El idioma, tan extraño y ajeno, los tranvías, pisar las hojas caídas porque es otoño y existen las estaciones, el suburbio de Kalio y aquel garito con el colgado que nos confesaba que su mujer era demasiado masculina, el complejo Andorra donde jugué unos billares y el Finlandia, un vodka muy digestivo, del que me traje una botella para degustar mis recuerdos.

Un sitio en el que me apetecería vivir si no se pasasen medio año bajo cero.

Y bueno, como este post empezó con la amputada intención de colgar fotos sobre España en Helsinki, he allí -al principio- la que yo creo más graciosa de todas las que hice.

Plantados, Sancho Panza y el "Ingenioso hidalgo Don Qujiote" sin yelmo de Mambrino, en medio de una libreria finlandesa. Porque como en la película "Un hombre sin pasado" el Quijote renunció al suyo, para aventurarse en el desasosiego de su locura, el Quijote también es un hombre sin pasado, lo cercena para vivir sus sueños, un sueño revestido de espejismo y anacronicidad (¿existe esta palabra?). Porque al final da igual, Helsinki, Madrid, Sevilla o Pekín, al final hay arquetipos que siempre se repiten.

Yo, claro está, caminando por Helsinki, daba mucho más la talla del Sancho (sobre todo por las palizas que me di a comer carne de Reno y salchichas de Alce)

martes, 26 de octubre de 2010

Gracias, guapa.

Hay una mosca por la habitación, dibuja sombras zigzageantes. Mañana trabajo. Fumo.

Voy a hablar de la amistad.

Quizás sean los silencios cuando ya no son incómodos, o una cartografía de experiencias comunes que se relatan en diferido y esa especie de cosquilleo nostálgico que te cala cuando los recuerdos, que se tiñen de azúl, te rememoran; puede que sea un lodazal de risas, besos, abrazos, guiños... complicidades. La amistad a veces es un hombro, unos oídos, un consejo. Un estar ahí y también un saber no estar. Cazar una mirada al vuelo, o un gesto, e interpretarlo en todos sus recovecos. Es cuando tú dices "yo", con todas tus sombras y miedos. Es un espejo en el que no puedes aparentar, ni quieres hacerlo. La amistad se teje con códigos inaudibles para los demás y con destellos que nadie más que dos pueden descifrar. Es sentir como tuyos las alegrías y fracasos, las frustaciones y esperanzas, es aguantar las chorradas y amortiguar los golpes. Un pulso subterráneo que transgrede el tiempo y que no entiende de distancias, seas éstas cuales sean. Amistad es tener aún muchas cosas pendientes.

Es decir adiós en un aeropuerto y esperar en el horizonte de nuevo el momento del "hola", es levantarte a las cinco de la mañana y preguntarte si estás bien, es pelearse por llevar un paraguas, o por quitar el cable de portatil y apargarlo de pronto, es inflar un colchón de aire, es ayudar a terminar una columna o a que te inviten a una sopa en un viejo mercado, es compartir confidencias con un par de cafés y preguntarle al otro por qué se quedó tan serio, o responder mil veces al impertinente "¿cuánto queda?", amistad es caminar diciendo que todo sería más bonito con nieve o escuchar "Love will tear us apart" y aguantar a un pesado proclamándola como la mejor canción del mundo.

No sé lo que es la amistad. Es una palabra demasiado grande y opaca. Tampoco me interesa saberlo. La vivo.

Esa es mi suerte.

Amistad es ella.



I have written a lot of cheesy words to say something very simple: She is my friend.

miércoles, 20 de octubre de 2010

Un paraguas en Wanha Kauppahalli



Wanha Kauppahalli es un viejo mercado de abastos en Helsinki.

Cuando volvimos a la mesa, con aún los dos platos de sopa sin retirar, comprobamos que el paraguas con el que esa mañana habíamos salido ya no estaba. Eso o lo habíamos dejado olvidado en algún otro lugar.

Entonces un Finlandes con bigote tipo león marino nos alentó a que cogiéramos otro, que colgaba olvidado en el perchero desde hacia horas. Nosotros nos miramos dubitativos, sin querer apropiarnos de algo que no era nuestro. Entonces el Finlandés dijo:

-Alguién cogió vuestro paraguas. Ahora vosotros cogéis éste. Así es la vida.

Estoy de acuerdo: la vida son paraguas que olvidamos y paraguas que cojemos.

We lost a umbrella in a Market and then we got a umbrella in a Market and after then, we found a kind of sense of the life.

lunes, 18 de octubre de 2010

Aterrizados.

Ya estoy en Helsinki. Y pienso estar en este plan todo el tiempo:

Untitled from calvanki on Vimeo.



I just arrive Helsinki. I wanna do the fool all the time.

sábado, 16 de octubre de 2010

Billares.

Levemente, y en las cien maneras en las que hoy en día te puedes expresar, he dicho, escrito, apuntado, confesado, comunicado, aireado, y pensado que Septiembre era el mes de la melancolía. Supongo que el arco es algo más grande y abarca hasta el otoño.

Porque yo sigo algo melancólico.

En modo alguno es un sentimiento negativo, entre otras cosas inyecta pulsos de creatividad cuando no despliega ese recogimiento siempre imprescindible para escribir.

Para escribir uno ha de estar recogido, de algún modo. Y la melancolía recoge.

El otro día, de casualidad, y porque me puse algo pesadico -todo hay que decirlo- Jorge, Eva, David y yo jugamos al billar.

Yo jugué un tiempo al billar. Colateralmente, con cierta ingenuidad adolescente y simplemente para divertirme. Ibamos al Copete y a veces al Albanta. El Copete era casi nuestra segunda casa, punto de encuentro, de cafes, de cervezas, de besos, de broncas, de cumpleaños, de partida y de llegada, y era un sito para jugar también al billar. La decoración era diametralente la contraría de la que te podría esperar cuando de un sitio donde se jugaba al billar. El dueño, y sobretodo su círculo, eran aficionados de segunda fila. De esos que que de tanto jugar pues al final acababan disfrutándolo. Como esos círculos que van de caza, que pescan, que juegan al tenis, que hacen maquetas o puzzles o que se reúnen para ir al fútbol -los afortunados-, o para verlo con dos cervecitas. Y en ese bar que parecía una pecera futurista y era como una especie de W en el aburrido abecedario de bares de Alcalá de Guadaíra, un grupo de niñatos de no más de 16 o 17 años le disputaban partidas a los de aquel círculo.

Yo solía hacer pareja con el Negro, pero al final jugábamos con quién se terciase, Martín, Piña, Vallejo o el que fuera. Aunque mi compañero era y fue siempre el Negro. Entre nosotros nos entendíamos mejor, supongo. Nuestros temperamentos y estilos conjugaban, él le ponía el sosiego y estrategia y yo azuzaba con los riesgos. Una vez incluso aguantamos tres horas seguidas, moneda en la mesa, ganando sin parar. No recuerdo cuantos cayeron, pero al menos doce o trece seguro. Y todo aquello con públics. Aunque los espectadores fueran las parejas que esperaban su turno, aquello era un público. En toda regla.

La melancolía me lleva a pensar en la cara del Vallejo. O bueno, en cómo se le quedó la cara aquel día en el que partió la mesa y luego le metí todas las bolas seguidas, unas tras otras, hasta la negra, habiéndole dado un sólo chance: el de la primera tirada.

O aquella jugada en la que lanzando la blanca desde la salida, cortando el efecto y pegándole con furia contra la tronera inferior derecha, se disparó contra la negra, deslizándose en una paralela perfecta con la banda, tomando la negra la única brecha, el único punto debil que había descuidado el asedio que las bolas de signo contrario había construido como defensa en torno al agujero. La bola blanca se estampó en un golpe seco y certero contra la negra y ésta se coló dentro, con contundencia. La blanca frenó justo a una pulgada del borde del agujero, de la derrota. Pero allí, quieta y parada, para mi alivio, se quedó "la pelada" rodeada de cinco de color.

El tipo al que ganamos, uno de esos que enroscan los tacos, tuvo que aguntar las risas de sus colegas. Unos niñatos le habían noqueado.

Y así podría continuar hasta mil, hablando del "Tierno", del Albanta y su dueño, del "Rodri" -que luego puso un bar de tapas al que solía ir sobretodo por sus entortillaos o carne frita-, del Foto, del Borrallo, de Lucas, del Colorao, del Adri, de la Pili y la Caro, de la Valle, la Vanesa y la Silvia, de las Tatanka, del Mato, el Jose Luis y el Borrego y de muchos y muchos otros, de las risas y las carcajadas, de las derrotas, de las primeras borracheras, cuernos, besos y polvos y de tantas y tantas cosas que sucedían en aquellos días en los que en el Copete sobre un mundo de terciopleo verde le pegábamos a unas bolas con un palo.

La ostia, si por entonces costaba la mesa veinte duros. Luego vino el Euro, las novias, las carreras, los trabajos y la ingenuidad emigró a otra parte.

Así que eso, el otro día jugué al billar. No fue lo mismo. Sobretodo porque no estoy muy acostumbrado que me peguen a mí con el palo.

billar from calvanki on Vimeo.

jueves, 14 de octubre de 2010

La cospiración del gremio de la costura.



Ayer el Osman y yo vimos "Antes del Amanecer", Osman ahora okupa mi cama, bueno, media cama. Ibamos a ver "El caballero oscuro" pero como es larga y tal, decidimos optar por las otras dos del DVD, o "Noche en la tierra" de Jarmush o la que finalmente vimos de Linklater. Quería haber visto hoy la secuela "Antes del atardecer" pero se me ha echado el tiempo encima, así que me dije, bueno, escribe algo en el blog.

Por cierto, vi "Antes del Amanecer" con 16 o 17 años y me pareció un rollete, supongo que la edad hace que rolletes del pasado se conviertan en buenas películas en el presente.

¿Y por qué se me ha echado el tiempo encima?

Por unos calcetines y un problema de tallas.

Salí a comprar calcetines gordos (y sin agujeros) para mi próximo viaje a tierras heladas. Que por cierto, vaya el notas de la tienda, estaban los calcetines detrás del mostrador, me pongo a tocarlos y casi me mata con la mirada "Are you all right?", si joder, que no me los voy a mangar cojones, solo estaba comprobando el grosor. Al final 6 pares negros nikes por 12 libras, gordos y sin agujeros.

Y luego, como tenía algo de tiempo, me dije: voy a echar un vistazo a los abrigos. Eso ha supuesto cinco tiendas y grandes dosis de mala ostia, que me ha hecho recordar por qué odio tanto ir de shopping. Al menos no estaban petadas. Y la cosa ha sido que me gustaba un abrigo, cogía la L y me estaba grande, cogía la M y me estaba chica. Luego en otra tienda, me voy directamente a la M y me está grande, así que cojo una S y me está chica. Y en la última, ya la repanocha, la M pequeñísima, la L pequeña y no había XL. Me cago en la puta ¿cual es mi talla?

Y ahí en la quinta tienda ya es cuando exploté. Una de esas efímeras explosiones de mi genio que a la lituana o polaca o rusa que estaba a mi lado le ha pillado un poco por sorpresa, claro que un tío intentándose quitar un abrigo sin conseguirlo del todo comience a proferir disparates en una lengua extraña, es cuanto menos para que te miren de forma rara.

-Me cago en la puta ostia, pa que coño ponen tallas, la ostia, esto es una mierda, no vale pa na, joder, mierda de abrigos de los cojones. Me cago en los muertos de los hijosdeputa que hacen las tallas!!!

No es una reproducción literal de lo que solté, pero seguramente bastante aproximada.

Luego con una carcajada solucioné el problema diplomático con la Rusa o lituana o polaca. Pero vamos, que no se quedó mucho más tiempo a mi lado, quizás temiera que en uno de esos arranques le tirara un abrigo a la cabeza.

Pero es o no es verdad que las tallas, en Londres, Madrid, Pekín y Kuala Lumpur son un keo?

Yo entiendo que la costura no sean matemáticas, pero que mi talla oscile de la L, pasando por la M, a la S, ya es quedarse un poco con el pueblo. Joder, cada vez que voy de tiendas, más me admiran las personas que aguantan estas torturas con gusto.

Por que yo creo que el girigay este de los cojones con las tallas es un conspiración del gremio de la costura para que te tires siete horas en vez de quince minutos en sus tiendas probándote ropa. Fijo, vaya.

Total, que al final ya me había dado por vencido, y de mala gana entré en una de esas de segunda mano. 36 libras, me queda un pelín grande, pero cuando me ha importado a mí ir haciendo el fantoche. Y como en estas tiendas ahorran en recursos, la etiqueta no tenía talla. Así que no sé si es una L,M o S. Pero ya tengo abrigo, y calcetines sin agujero para ir a Helsinki.

Y por cierto, sigo pensando lo que pensaba con 16 o 17 años (hay cosas que no cambian con la edad) si yo fuera el dictador del universo: TODOS DE UNIFORME.

Estoy escuchando el Neon Bible de los Arcade, tengo que ir retomándolos que pronto es el concierto. Y nada más, como, me corto las patillas, friego y al trabajo.

Ah, y por cierto, el Osman vuelve esta noche otra vez a dormir conmigo.



Today I wanted to buy a coat but It was so difficult because depend of the shop the size is diferent. Bullshit. Finally I got it, after two hours and try at least twenty coats on.

miércoles, 13 de octubre de 2010

A grandpa in Lyric Square.


If you have good friends who speaks English so much better than you, and if he has some free time, jajajaj, you are getting your personal "google traslate". Jorge, quillo, thank you very, very, very much. I appreciate it big time.





Lyric Square, Mr. Grandpa has just got out of M&S after buying some crackers to go with the old extra mature cheddar that remains in the fridge, some cherry tomatoes and Minestrone soup. Enough to spend another evening in the solitude of his chair and doze with the background noise of Dickinson's Real Deal on ITV. He has also gone out to buy some batteries, but as usual he will get them in a 24 hours shop where they they are about fifteen pence cheaper. He needs them to feed the radio he always carries with him. Mr. Grandpa can not live without the radio, was born on September the 2nd, in 1939, a day before Britain declared war on Germany and his mother always remembered the way his tears broke the silence that had taken possession of that great room when the last words of the First Chamberlain radiated speech called upon all subjects of the Crown encouraging them in the fight against Nazism. His crying was installed in the heart of all present, as a dire premonition of what they might expect in the coming years.

Mr. grandpa following the inevitable course of life, was then a kid and broke his wrist a couple of times emulating Ted Ditchburn, his idol, the goalkeeper with whom the Lilywhites won their first league title in 1951, later a young man who tried to go to college to study chemistry for which he worked as a kitchenporter in an Italian restaurant, Bertorelli, in Covent Garden, or as a cleaner sweeping the stalls of the Queen's Theatre in Shaftesbury Avenue, but it never was enough and finally he accepted, through one of his brothers in law, a job at Tesco in Leicester which in 1961 entered the Guinness Book of Records for being the world's largest supermarket. Mr. Grandpa worked 43 years for Tesco. That's why he always buys in M&S. He also got married, he could almost say that he loved his wife, with her he had three children to whom, by ten years of tight belt, he was able to pay them the university. None of them was a chemist. He has six grandchildren, had two dogs, three cars and a watch. An Omega Seamaster bequeathed to him by his father, who received it from his grandfather, who traded it for ten ounces of tobacco in some forgotten trench of northern France during the First World War. Michel was the name of that young soldier from Marseille. Mr. Grandpa received that watch the day he returned from military service and took it off just once, when a doctor three times younger than him made him get into a TAC to fight his prostate cancer. The cancer was defeated, but left him tied to a crutch, for each new path he wanted to undertake in his life.

Mr. Grandpa is widowed, he manages to survive on a pension and his stories are no longer fascinating for his grandchildren. He's basically alone.

And his watch has just stopped.

For the first time in 53 years. Just when he was buying a croissant at the Brera coffee shop, owned by Fabio, the son of a lifelong friend, he met when he used to wash the dishes at Bertorelli in Covent Garden. Fabio's father never got over his cancer.

Stunned, Mr. Grandpa has taken a chair and, perhaps by mistake or blunder, has dragged it into the middle of the square. And there he stayed for ten minutes. Staring at the Omega Seamaster.

In Lyric Square a policeman is fining another crazy old man, an old man clinging to a dull watch, and bored he listens to him repeating again and again and again the same sentence.

"My name is Michel Woodman, I wanted to be a chemist, and I have to buy some batteries."

Un abuelo en Lyric Square.



Es Lyric Square, el Señor Abuelete acaba de salir de comprar en el M&S unos crackers para acompañar el old extra mature cheddar que le queda en la nevera, unos tomates cherrys y una sopa Minestrone. Suficiente para pasar otra tarde en la soledad de su butaca y dormitar con el ruido de fondo del Dickinson's Real Deal en la ITV. También ha salido a comprar un paquete de pilas, pero como de costumbre las cogerá de en un 24 horas donde las venden a unos quince peniques más baratas. Las necesita para alimentar el transistor que siempre lleva consigo. El Señor Abuelete no puede vivir sin la radio; nació el 2 de Septiembre de 1939, un día antes de que Gran Bretaña le declarara la guerra a Alemania y su madre siempre le recordaría como su llanto rompió el silencio sepulcral que se había apoderado de aquella gran habitación cuando las últimas palabras del discurso radiado del Primer Chamberlain exhortaron a todos los súbditos de la corona a armarse de valor en la lucha contra el Nazismo. Su llanto se instaló en el corazón de todos los presentes, como una funesta premonición, de lo que les cabía esperar en los años venideros.

El Señor Abuelete siguiendo el curso inevitable de la vida, luego fue un crío y se partió un par de veces la muñeca emulando a Ted Ditchburn, su ídolo, el guardameta con el que los Lilywhites ganaron su primer título de liga en 1951, más tarde un joven que intentó ir a la Universidad para estudiar química y para lo que trabajó desde fregaplatos en un restaurante italiano, Bertorelli, en Covent Garden, a barriendo el patio de butacas del Queen´s Theatre en Shaftesbury Avenue, pero los peniques nunca llegaron y acabó aceptando por medio de un cuñado un empleo en el Tesco de Leicester que en 1961 entró en el libro guiness de los records por ser el supermercado más grande del mundo. El señor abuelete trabajó 43 años en Tesco. Por eso es que siempre compra en M&S. También se casó, casi pudo decir que amó a su esposa, con ella tuvo tres hijos a los que con diez años de cinturón apretado pudo pagarles la Universidad. Ninguno fue químico. Tiene seis nietos, tuvo dos perros, tres coches y un reloj. Un Omega Seamaster que le legó su padre, que recibiera de su abuelo que lo intercambió por diez onzas de tabaco en alguna trinchera olvidada en el norte de Francia durante la primera guerra mundial. Michel era el nombre de aquel jovén soldado marsellés. El Señor Abuelete recibió ese mismo reloj el día que regresó del servicio militar y se lo quitó una sóla vez, cuando un doctor tres veces más joven que él le obligó a meterse en un TAC para luchar contra su cáncer de próstata. El cancer fue vencido, pero le dejó atado a una muleta, para cada camino que de nuevo emprendiera en su vida.

El Señor Abuelete es viudo, alcanza a sobrevivir con una pensión y sus historias ya no apasionan a sus nietos. Está fundamentalmente sólo.

Y se le ha parado el reloj.

Por primera vez en 53 años. Justo cuando compraba un croassant en el café Brera, que regenta Fabio, el hijo de un amigo de toda la vida, que conociera cuando con él fragara los platos en el Bertorelli de Covent Garden. Fabio padre nunca superó su cáncer.

Aturdido, el Señor Abuelete ha tomado una silla y quizá por desatino o desaliento, la ha arrastrado hasta el medio de la plaza. Y allí quedó durante diez minutos. Contemplando fijamente su Omega Seamaster.

En Lyric Square un policía está multando a otro viejo loco, un anciano que se aferra a un deslucido reloj de pulsera, y escucha aburrido como repite una y otra vez, una y otra vez siempre la misma frase.

"Me llamo Michel Woodman, quise ser químico, y he de comprar un paquete de pilas".


***



Ayer murió Manuel Alexandre. Y cuando me enteré, recordé que tenía esta foto y me fue viniendo esta historia a la cabeza.

Manuel Alexandre is one of the best spanish actors ever. He died yesterday. And I have written a short story as a tribute. Sorry but I can´t traslate that story into English.

martes, 12 de octubre de 2010

Happy Guy.

happy guy from calvanki on Vimeo.


Ok, es un colgao, pero en cierto modo me da cierta envidia.

Y se le ve feliz.

All right, He looks like a borderline but I think he is happy and what do you want more than happiness?

domingo, 10 de octubre de 2010

Cuando uno debe un video.

Los que seguis o habéis seguido el blog habréis advertido que ya no me curro mucho los videos. El motivo es muy simple: vagueza.

Podría argüir que me robaron la cámara, que mi ordenador tiene alzheimer, que ha sido atacado por una horda de virus de los que todavía convalece y que quizás sienta que ya no quiero "perder" el tiempo montándolos.

Pero me quedaba uno por hacer. Se los debía.

Justo vinieron cuando más necesitaba un "brake" y fueron cuatro días inolvidables.

Ellos son, Marta y Dani por Londres.

My friends Marta y Dani. They are the best.

Por londres from calvanki on Vimeo.

miércoles, 6 de octubre de 2010

El húngaro que quería reparar su casa.



Hay un tipo nuevo en el trabajo. Tendrá unos cuarenta. Es húngaro. El nuevo Kitchen Porter. El fregaplatos vaya.

Es un tipo que me inspira cierta ternura. Trabaja como un animal, con esa furia con las que trabajan los que de verdad necesitan el trabajo. Y además de en éste curra en otro sitio y se levanta unas 60-70 horas a la semana, cobrando unas míseras seis libras por hora (a descontar impuestos)

Creo que es un tipo sensible, siempre tiene una sonrisa y constantemente leo en sus ojos esa mezcla de temor, ansiedad, que producen no dominar el idioma en el que los demás hablan.

Creí entender hoy, un rato que estuve medio charlando con él, que vino a trabajar como un mulo para reparar su casa en Hungría. Está casado pero no tiene hijos y echa de menos a su mujer y a su tierra. Luego me dijo que pretende quedarse cinco años, lo que no entendí, porque si se va a tirar cinco años es que su casa debe ser un palacio. En algún momento tuvo que haber un malentendido idiomático; nada del otro mundo cuando es un tipo que al despedirse hoy de mí mientras estaba fuera fumando un cigarro va y me suelta: Hello.

Eso fue un rato después de que fuera preguntando por ahí a todo el mundo si alguién sabía hablar croata, que él podía hacerlo, buscando inútilmente alguien con quién poder comunicarse.

Luego está Alí, un indio nacido en Pakistán o al revés, no me acuerdo, que es nuestro driver, el repartidor. Un tipo jovial. También sesenta-setenta horas a la semana en dos trabajos. Está ahorrando porque viene su mujer y la quiere tratar como una princesa. También no más de seis libras a la hora.

Y luego está la foto, donde aparte del hippie con el pelo verde o azúl, al fondo véis a dos o tres bomberos que a las doce de la noche tienen que salir disparados, poner una escalera en medio de la calle y forzar una ventana. El motivo, no tengo ni idea. Y no creo que arriesgaran la vida, pero llegado el caso lo harían.

¿Y por qué cuento todo esto? Sencillo, no mucho más abajo, me quejaba de mi jornada laboral, que está siendo dura, pero es transitoria.

Qué cojones!!!

Bueno, y no sé, supongo que un pequeño giño, o humildísimo homenaje a todos aquellos que trabajan a destajo, sin respiro, sin descanso, para reparar casas en Hungría o para tratar a sus mujeres como princesas o por aquellos que levantan escaleras a las doce de la noche.

Talking with some colleagues I have just realized that I shouldn´t complain about my eleven consecutive working days. There is always people who work more.

lunes, 4 de octubre de 2010

Se el cambio que quieres ver en el mundo.




Una cita de Ghandi en la City.

El Señor Mahatma empieza a tocar las pelotas al mismísimo imperio británico con todo eso de la resistencia pacífica, la no violencia y las huelgas de hambre como proyectil contra la tiranía colonial.

Mahatma las tocó tanto que hasta las reventó. Independencia, pérdida de la colonia insigne, caída de un Imperio... luego ya se sabe, y si no se sabe, la wikipedia.

Y ahora utilizan una de sus citas en unas de esas vayas que se colocan para impedir la inspección pública en la cimentación de un nuevo edificio.

No sé a ustedes, pero a mi ver una cita de Ghandi en medio de esa milla cuadrada conocida como "The City" en la que cada día se mueven billones y billones de dineros (libras, euros, dólares e incluso sestescios) se me antoja obsceno.

No, obsceno no, pornográfico.

If Ghandi was the guy who fights against the tyranny and now a days money is the bigest and worst tyrant, I think that use a quote from him in the City is something like pornography



viernes, 1 de octubre de 2010

Las no disculpas y los 3 jandre que no fueron 3.



Son las 1:41 y me siento invadido por la morriña. Escucho el programa Cineclub

Cineclub, 24 de septiembre de 2010

a través de su blog, y la pausada melodía de la voz de la "Cabeza en la Puerta" instan a que muchos de mis recuerdos ligados a esos domingos (a veces viernes, a veces martes, a veces...) en los que pasábamos alrededor de una hora despotricando sobre y por el cine, a que se arrumben en mi costado y se vayan derramando.

Es Septiembre y como ya le comenté a un amigo por mail, septiembre es melancolía.

No me voy a disculpar por no haber escrito en el blog. Lo siento por no sentirlo en todo caso. Es un atisbo de chulería pasajero, no más.

El motivo es que estoy trabajando como un animal, animal ligado a la familia de los borricos. Apenas tengo dias libres, por no decir que no tengo y aunque no valga como justificación, al menos alimenta cierta coartada.

Pero vamos, que paso aquí de quejas y lamentos.

Deciros que en los últimos tiempos he atendido a Claudia Schiffer, mucho más alta de los que parece en la realidad, esa si que es una buena jaca; además de a Ron Dennis, ese que tanto por culo dio a Fernando Alonso en su etapa de McLaren. La primera fue un lunch que parecía de negocios, el otro sólo se tomó una copa de champagne.

Tambíen el otro día hice una propina de 300 libras o 3 hundred (pronunciado así en mala manera como jandre). Si, 300 libracas para una business party de 13 comensales para una cuenta de 421 libras. El tío apalabró que la cuenta se quedara en 721. Después me dio dos besitos y me invitó a seguir con ellos, ya que había sido su camarero en exclusiva, a un after business party en el Ritz de no sé donde por allí cerca. No fui. Eso fue un domingo. El lunes, día de reparto de propinas previo pago de las taxes (impuestos), pues todos nos hicimos con nuestros sobrecitos considerablemente engordados gracias a ese postre de última hora. Pero resulta que alguién llamó o envió un mail hablando de "misunderstanding" y ocurrió que la propina se puso a dieta, sin proteinas, y se quedó en sólo un jandre.

¿Es o no ruín hacer que unas cincuenta personas saquen dos o tres días después de sus "sobres" dos, tres, doce o quince libras cada uno para completar los dos jandre que los chicos de la after business party en el Ritz quisieron dejar?

Os ahorro intentar leer de nuevo la prolongada pregunta para entenderlo y poder calibrar así una respuesta.

Es ruín, rotunda y sencillamente.

Y nada, deseando que llegue el 18. Mis vacaciones en un pais lejano y frío, pero con dos de las personas que más pueden calentar mi ánimo. Contando los días estoy.

Y la elección de la foto esos tés es debido a que son esos los tés que he de tomar para afrontar el maratón que tengo por delante: 11 días seguidos trabajando.

Vivan las vacaciones de los demás!!!

Pero que no me quejo, que conste en acta, así al menos mi cuenta corriente no sufrirá de malnutrición tras mi paso por esas tierras lejanas y frías con aquellos que calentarán mi ánimo (por cierto, no me olvido, dos botellas de ron como salvoconducto)

I can summarize in English very well. I´m able to sum all these words up just with one sentence: Basically I´m on a diet of days off.