miércoles, 13 de octubre de 2010

Un abuelo en Lyric Square.



Es Lyric Square, el Señor Abuelete acaba de salir de comprar en el M&S unos crackers para acompañar el old extra mature cheddar que le queda en la nevera, unos tomates cherrys y una sopa Minestrone. Suficiente para pasar otra tarde en la soledad de su butaca y dormitar con el ruido de fondo del Dickinson's Real Deal en la ITV. También ha salido a comprar un paquete de pilas, pero como de costumbre las cogerá de en un 24 horas donde las venden a unos quince peniques más baratas. Las necesita para alimentar el transistor que siempre lleva consigo. El Señor Abuelete no puede vivir sin la radio; nació el 2 de Septiembre de 1939, un día antes de que Gran Bretaña le declarara la guerra a Alemania y su madre siempre le recordaría como su llanto rompió el silencio sepulcral que se había apoderado de aquella gran habitación cuando las últimas palabras del discurso radiado del Primer Chamberlain exhortaron a todos los súbditos de la corona a armarse de valor en la lucha contra el Nazismo. Su llanto se instaló en el corazón de todos los presentes, como una funesta premonición, de lo que les cabía esperar en los años venideros.

El Señor Abuelete siguiendo el curso inevitable de la vida, luego fue un crío y se partió un par de veces la muñeca emulando a Ted Ditchburn, su ídolo, el guardameta con el que los Lilywhites ganaron su primer título de liga en 1951, más tarde un joven que intentó ir a la Universidad para estudiar química y para lo que trabajó desde fregaplatos en un restaurante italiano, Bertorelli, en Covent Garden, a barriendo el patio de butacas del Queen´s Theatre en Shaftesbury Avenue, pero los peniques nunca llegaron y acabó aceptando por medio de un cuñado un empleo en el Tesco de Leicester que en 1961 entró en el libro guiness de los records por ser el supermercado más grande del mundo. El señor abuelete trabajó 43 años en Tesco. Por eso es que siempre compra en M&S. También se casó, casi pudo decir que amó a su esposa, con ella tuvo tres hijos a los que con diez años de cinturón apretado pudo pagarles la Universidad. Ninguno fue químico. Tiene seis nietos, tuvo dos perros, tres coches y un reloj. Un Omega Seamaster que le legó su padre, que recibiera de su abuelo que lo intercambió por diez onzas de tabaco en alguna trinchera olvidada en el norte de Francia durante la primera guerra mundial. Michel era el nombre de aquel jovén soldado marsellés. El Señor Abuelete recibió ese mismo reloj el día que regresó del servicio militar y se lo quitó una sóla vez, cuando un doctor tres veces más joven que él le obligó a meterse en un TAC para luchar contra su cáncer de próstata. El cancer fue vencido, pero le dejó atado a una muleta, para cada camino que de nuevo emprendiera en su vida.

El Señor Abuelete es viudo, alcanza a sobrevivir con una pensión y sus historias ya no apasionan a sus nietos. Está fundamentalmente sólo.

Y se le ha parado el reloj.

Por primera vez en 53 años. Justo cuando compraba un croassant en el café Brera, que regenta Fabio, el hijo de un amigo de toda la vida, que conociera cuando con él fragara los platos en el Bertorelli de Covent Garden. Fabio padre nunca superó su cáncer.

Aturdido, el Señor Abuelete ha tomado una silla y quizá por desatino o desaliento, la ha arrastrado hasta el medio de la plaza. Y allí quedó durante diez minutos. Contemplando fijamente su Omega Seamaster.

En Lyric Square un policía está multando a otro viejo loco, un anciano que se aferra a un deslucido reloj de pulsera, y escucha aburrido como repite una y otra vez, una y otra vez siempre la misma frase.

"Me llamo Michel Woodman, quise ser químico, y he de comprar un paquete de pilas".


***



Ayer murió Manuel Alexandre. Y cuando me enteré, recordé que tenía esta foto y me fue viniendo esta historia a la cabeza.

Manuel Alexandre is one of the best spanish actors ever. He died yesterday. And I have written a short story as a tribute. Sorry but I can´t traslate that story into English.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Me ha gustado mucho la historia...
a saber si tiene aunque sea algo en común con el verdadero y real abuelillo de la foto¡¡¡jejejejej¡¡¡ quizas si¡¡ quizas no¡¡ nunca lo sabremos...pero tampoco importa¡¡
Ayer nos acordamos mucho de ti, porque fuimos a ver una peli al festival de cine de terror¡¡¡¡
estuvo muy bien...la peli, y el rollo festival de cine...los actores hablan, alguien presenta la película, los espectadores aplauden a cada titulo de crédito...etc y por supuesto realizaron una mini dedicación a Manuel Alexandre...
te hubier encantado...y a nosotros aun más que estuvieras con nosotros¡¡¡
te kiero hermanico¡¡¡ y profi...sigue alegrandonos las mañanas con estas entradas...joé¡¡
mmmuuakkka¡¡

Jorge dijo...

Me ha gustado, es muy tuya...

De todas formas ya era hora, creo que deberías currarte al menos un texto de estos a la semana que con tanto sushi se te va a atrofiar la mano de escribir (bueno o los índices que seguro que eres de los que teclea a dos dedos :-P)

Y para que no rechistes te he traducido el texto a inglés, aunque espero que el próximo lo hagas tu que así es ocmo de verdad se aprende inglés:

Lyric Square, Mr. Grandpa has just got out of M&S after buying some crackers to go with the old extra mature cheddar that remains in the fridge, some cherry tomatoes and Minestrone soup. Enough to spend another evening in the solitude of his chair and doze with the background noise of Dickinson's Real Deal on ITV. He has also gone out to buy some batteries, but as usual he will get them in a 24 hours shop where they they are about fifteen pence cheaper. He needs them to feed the radio he always carries with him. Mr. Grandpa can not live without the radio, was born on September the 2nd, in 1939, a day before Britain declared war on Germany and his mother always remembered the way his tears broke the silence that had taken possession of that great room when the last words of the First Chamberlain radiated speech called upon all subjects of the Crown encouraging them in the fight against Nazism. His crying was installed in the heart of all present, as a dire premonition of what they might expect in the coming years.

Mr. grandpa following the inevitable course of life, was then a kid and broke his wrist a couple of times emulating Ted Ditchburn, his idol, the goalkeeper with whom the Lilywhites won their first league title in 1951, later a young man who tried to go to college to study chemistry for which he worked as a kitchenporter in an Italian restaurant, Bertorelli, in Covent Garden, or as a cleaner sweeping the stalls of the Queen's Theatre in Shaftesbury Avenue, but it never was enough and finally he accepted, through one of his brothers in law, a job at Tesco in Leicester which in 1961 entered the Guinness Book of Records for being the world's largest supermarket. Mr. Grandpa worked 43 years for Tesco. That's why he always buys in M&S. He also got married, he could almost say that he loved his wife, with her he had three children to whom, by ten years of tight belt, he was able to pay them the university. None of them was a chemist. He has six grandchildren, had two dogs, three cars and a watch. An Omega Seamaster bequeathed to him by his father, who received it from his grandfather, who traded it for ten ounces of tobacco in some forgotten trench of northern France during the First World War. Michel was the name of that young soldier from Marseille. Mr. Grandpa received that watch the day he returned from military service and took it off just once, when a doctor three times younger than him made him get into a TAC to fight his prostate cancer. The cancer was defeated, but left him tied to a crutch, for each new path he wanted to undertake in his life.

Mr. Grandpa is widowed, he manages to survive on a pension and his stories are no longer fascinating for his grandchildren. He's basically alone.

And his watch has just stopped.

For the first time in 53 years. Just when he was buying a croissant at the Brera coffee shop, owned by Fabio, the son of a lifelong friend, he met when he used to wash the dishes at Bertorelli in Covent Garden. Fabio's father never got over his cancer.

Stunned, Mr. Grandpa has taken a chair and, perhaps by mistake or blunder, has dragged it into the middle of the square. And there he stayed for ten minutes. Staring at the Omega Seamaster.

In Lyric Square a policeman is fining another crazy old man, an old man clinging to a dull watch, and bored he listens to him repeating again and again and again the same sentence.

"My name is Michel Woodman, I wanted to be a chemist, and I have to buy some batteries."

Anónimo dijo...

Could you ask Mariano if he knows something new about Frank the Cow and his Lonely Hearts Club Band?

Calvanki dijo...

jo, que envidia, en el festival de Stiges, ohhhh.

Nena, me pongo a limpiar la casa y tengo el skipe abierto, lo chequearé de vez en cuando. Un besazo.

tusister dijo...

joder¡¡¡ que buen amigo el que traduce...TODO ESTO...a otro idiomaaa¡¡¡