jueves, 25 de julio de 2013

Esculturas donde beberte una cerveza.




Desde que descubrí que había una cosa llamada "arte" y que aquello lo hacían señores a los que presuponía muy habilidosos y que llevaban muchos años muertos y que era algo que costaba mucho dinero, cuando no era algo por lo que ni siquiera se podía pagar, desde aquel día el arte intrigó, lo que el arte era y sus fronteras.

El arte y la experiencia estética.

Algún día le dedicaré una entrada al blog a la experiencia estética más arrolladora que he tenido en los últimos años. Fue con J. Pollock, supongo que lo demoro porque aún no he encontrado la forma de plasmarlo.

Vivir una experiencia estética mola. Es una agitación de los sentidos y el intelecto que se mezclan en un desasosiego cálido que te deja fuera de sitio, y sabiendo que no estás en el lugar, que algo se ha desencajado, adquieres una suerte de nueva sabiduría que te ayuda a calibrar de nuevo las coordenadas para que tu espíritu anide en un suelo firme pero que ya no es el mismo.

Y con el tiempo descubrí que pocas experiencias estéticas se conjugan en los museos. El arte tiene sentido en su contexto -al menos para mí- y en su contexto hilvana la trampa que puede en algún momento atraparte para catapultarte a esa nueva experiencia que te deja siendo siempre otro.

Las sucesivas escenas diarias de los monjes cartujos plasmadas por Zurbarán pierden su fuerza en la gris, fría y monótona sala de un museo. Zurbarán no los pintó para un museo, las pintó para que colgaran en un monasterio.

Y aquí en Londres en los Gabriel´s Wharf  puedes alcanzar la vivencia de una experiencia estética si como el otro día, un día de calor, te tomas una pinta en medio de un bosque de esculturas de madera; caballitos, misteriosas figuras, sillas rocambolescas y mesas que se alargan como un ciempiés.

Son todas obras de Friedel Buecking, un tipo encorvado y de pelo blanco como la nieve que se acercó a nosotros para en vez de quejarse porque allí sentado en sus obras estábamos,  nos regaló unas portales que publicitaban su espacio... un espacio donde literalmente te mezclas con sus obras.

Una forma nueva de disfrutar el arte, tocándolo, sentándote o saltando sobre él, como el chaval de la foto.

Es mucho más divertido y refrescante que un museo.

Merece la pena.

martes, 23 de julio de 2013

El alzamiento de los inconformistas.


Ese día me había puesto unos vaqueros nuevos lee, unas converse "all star", una camiseta negra Levi´s e iba protegido con unas Ray Ban de malote. Para mis estándares iba de etiqueta. Queríamos tomarnos un cocktail en el restaurante Sushi-Samba, un sitio peculiar, caro de cojones, que mezcla la comida brasileña con la japonesa a unos ciento cincuenta metros de altura, un sitio abierto 24 horas al día, siete días a la semana, y en la que requieres la mayor de las veces de reserva. Uno de los sitios de moda.

No nos dejaron entrar.

Parece ser que las converse no les convencieron. Así que les tuitteé "@sushisamba if you don´t let converse in, you are not a "all star" place"

Supongo que se pasarían mi tweet por el forro lo mismo que yo me pase por el mío el hecho de que no nos permitieran pasar.

Sushisamba vetado, pues. Como represalia desdecirme de la idea de incluirlo en mi novela. Sí, uno de los motivos, sino "el motivo", por el cual quería darme un garbeo por allí consistía en ambientar un capítulo de mi novela en un restaurante de altura y había elegido éste... not any more...

Recogimos los pedazos de nuestra dignidad hecha añicos y nos dirigimos a un sitio donde las converse y las Ray Ban iban a ser mucho mejor recibidas: "Whitecross Street Party". Una fiesta donde en un rincón te encuentras a un grupo de rastas bailando al ritmo de Marley y en la esquina opuesta ves a un graffitero dando los últimos retoques a su obra. Un crisol de peña pintando, esculpiendo, danzando, cantando, divirtiéndose, comiendo y bebiendo. Un estallido de color en el epicentro gris de la city. Todo un hallazgo. Os lo recomiendo para el año que viene.

Y todo este extenso prólogo para conducirme a lo que de verdad quería yo hablar aquí: el alzamiento de los inconformistas, que es el subtítulo que los organizadores del "Whitecross Street Party" le dan a su fiesta. Una denominación que me hizo pensar.

¿Qué es un inconformista?

No tengo muy claro como definirlos, pero de lo que cada día estoy más seguro es de cuánto los necesitamos.

Y desde aquí, desde este pedacito del espacio sin materia que no reúne a más de cincuenta visitas al día,  un día con suerte, me propongo enrolarme en sus filas.

¿Cómo?

No conformándome. Nunca.

Y haciéndoles ver a los que están en mis alrededores que cuando nos conformemos es cuando nos rendimos y cuando nos rendimos es cuando dejamos de ser humanos.

El mundo de hoy está lleno de no-humanos y hay que despertarlos.

¡¡¡Por el alzamiento de los inconformistas!!!


miércoles, 17 de julio de 2013

Dando vueltas por Londres.


Este viernes pasado me fui a trabajar más cansado de lo habitual, la razón ahí abajo



Gracias family, fue un placer dar vueltas por Londres y hacer de pastor de un revoltoso rebaño.

La próxima vez ¡¡¡vamos al barco!!!


miércoles, 10 de julio de 2013

La dieta del agua caliente



Llevo cinco meses sin fumar, me he librado por ahora del esclavismo de la nicotina, y como resultado mi cuerpo ha desarrollado una especie de cinturón defensivo como el de Saturno, que si me hallara en Alcalá y fuera invitado a una piscina o cogiera un coche para plantarme en las playas de Cádiz, el peligro de ahogarme se habría disipado gracias al flotador de sebo que ha ido a acumularse en mis costados.

Diciéndolo más claro: estoy gordo. Mi mujer me dice “gordito” porque la pobre cree que con el diminutivo lo hace menos hiriente, por mucho que le explique que a veces el “ito” es de lo más ofensivo. Mi mujer es Australiana, y con esto demuestra que los australianos o no son muy buenos con los idiomas o son todos unos hijos de su madre; aunque por otra parte doy gracias que en su vocabulario todavía no haya entrado lo palabra “tonelete”.
Ultimo artículo en Guadíra Información, esta vez va sobre esa necesidad que se instala en nosotros cuando el termómetro sube, los días se alargan y comienza el Tour de Francia: adelgazar... y cómo de gilipollas nos hemos vueltos, porque en esto de las dietas hay más supersticiones que en las peores religiones... si quieres seguir leyendo, ya sabes, pincha aquí

domingo, 7 de julio de 2013

Victoria Embankment Gardens





Los Victoria Embankment Gardens son sólo un puñado de los más de 100 kilómetros cuadrados de parques que hay en Londres.

Se encuentran ahí escorados, a un costado de la calle que une Charing Cross y Embankment Station.

Como todos los parques londinenses tienen mucho verde, florecitas, si hace sol te encontrarás un montón de peña comiendo al aire libre, a las chicas peleándose con sus faldas para que no se les vea las impudencias y a los chicos intentando no romper los pantalones baratos del traje que compraron en una oferta dos por una, corbata de regalo, por supuesto tiene una cafetería y los celebérrimos bancos de madera dedicados a aquellos que han pagado por ello, así que es posible que te estés sentando sobre la memoria de Mildred Nicholson o sobre John McIntire. Vamos, lo que decía, un parque típico de Londres.

Pero hace ocho años fue algo más.

En 2005, un día como hoy, de hecho el mismo día de hoy, se convirtió en el Memorial para los familiares de las víctimas de los atentados de Londres. Cuatro ignorantes, rabiosos, radicales, sanguinarios y demasiados imbuidos en fantasías de paraísos y recompensas celestiales sacrificaron su vida para que otros cincuenta y dos murieran, dejando 700 de heridos de propina y miles de vidas quebradas por el dolor y el miedo.

Las repercusiones de esos atentados son y fueron muchas, aún hoy las padecemos y lo que nos queda. Nos han embarcados en guerras irracionales, nos han espiado y espían, han recortados sibilinamente nuestros derechos e incluso por culpa de los mismos tienes que cargar con la basura todo el tiempo porque no hay una triste bolsa en el metro. Mentira, ahora tímidamente, empiezan a reaparecer.

El odio sigue ahí fuera, y a mi me parece que con nuestra respuesta no hemos hecho sino que acrecentarlo. Ojalá esté equivocado.

Ojalá ningún otro parque en el mundo se tenga que convertir en el lugar donde las familias de las víctimas vayan a regarlo con sus lágrimas.

Ojalá un día podamos encontrar el libro de instrucciones correcto, que nos permita convivir en paz. No creo ni que hayamos empezado a escribir las primeras líneas.

Mientras tanto no está de más escuchar buena música. Cada día, durante el verano, una banda toca en él gratuitamente. Puedes encontrar el programa aquí.

El otro día me topé con una banda de Arkansas. Estuve disfrutándolos el tiempo de un café, admirándome cómo de fuerte se imprimen en algunos las ganas de vivir.



jueves, 4 de julio de 2013

Estar en la tele y lo importante del Snowden este.




El otro día me tope con la sede de la ITV en Londres y me llamó la atención a de ese gentío haciendo cola

La ITV son las siglas de "Independent Televisión" y lleva hipnotizando a los británicos desde mediados de los cincuenta.

La ITV es el papá de X Factor y de Mr Bean entre otros programas famosos mundialmente.

Yo personalmente no la he visto nunca, de hecho ni me había enterado que hace unos meses habían rediseñado el logo poniéndole color y buscando un trazado suave como si estuviera escrito a mano. Otra genialidad del marketing.

Yo siempre he sentido curiosidad por aquellos que pululan por los programas de televisión como público, los que aplauden, ríen, o simplemente están allí. Los que les dan el contexto. A los pocos que he conocido que han tenido la oportunidad de asistir a una grabación y han relatado la experiencia en mi presencia más o menos han venido a coincidir que es mortal de aburrido; son unas cuantas horas con pausas continuadas jalonadas de mal café, refrescos vahídos y bocadillos con la textura del chicle. Parece ser que uno acaba harta de tanto fingir aplausos.

Así que bueno, puede ser un plan, hacer cola mientras whatsapeas con un colega diciendo que vas a ver en directo al último imberbe haciendo gallitos o poniendo cara de misterio cuando a un concursante le hagan la última pregunta en un concurso de pseudocultura o riendo con la mayor naturalidad posible cuando un tipo baja la mano y te ordena que lo hagas y ya de paso, por qué no, ver como funciona la tele por dentro, la mayor herramienta de manipulación que el hombre ha conseguido pergeñar hasta la llegada de internet.

Con internet no pasa lo mismo, os imagináis una cola para ver como un par de programadores actualizan la página de Youtube o asistir a como el algoritmo de google efectúa una búsqueda en aún menos que un milisegundo y aplaudir la proeza con entusiasmo. Sería como, eh, ya, aplaude. No tiene gracia. Aunque apuesto a que las cocacolas, cafes y bocadillos serían igual de malos.

No, internet es menos dado a estos funambulismos.

Es por eso que creo que debemos mantener las orejas bien agudizadas por lo del tal Snowden este, el que ha puesto en la picota lo que todo el mundo sabe, que quizás alguien ahí detrás se está enterando de mis secretos, los tenga o no.

No sé que le ha movido, pero un tipo valiente y con dos huevos de rinoceronte.

Por que si ya la tele ya tenía lo suyo, en su labor idiotizadora global, y esos zombies como metáfora aguantando loa cola para ejecutar aplausos de mentira, ya lo que nos faltaba es que internet se convirtiera en la más infalible herramienta de espionaje mundial, donde tus intimidades, gustos, preferencias y amistades estuvieran ahí a la mano para el gobierno, corporación o grupo de poder que le entrara en gana cogerlo, como un supermercado libre de tráfico de privacidades.

Con el Snowden éste la tele, los periódicos, los tertulianos y demás parecen que sólo se preocupen de la tontería del gato y el ratón, tan superfluo y falso como las risas en un plató de televisión, y se hayan olvidado de lo importante, en lo que de veras nos la estamos jugando:

¡QUE NOS ESTÁN ESPIANDO COJONES!