miércoles, 24 de abril de 2013

Running



Hace poco he retomado de nuevo la actividad que más veces he abandonado en mi vida. Desde los veintipocos, cuando dejé de darles patadas a un balón, decisión que el mundo balompédico debió vitorear, hasta el día de hoy una media de dos veces al año he empezado, he hecho un planing, establecido una progresión y prometido a mi mismo que esta iba a ser la definitiva. Pasa un mes o dos y me rindo inevitablemente. Mi actividad se circunscribe al sofá, el esfuerzo físico se limita a ir a recoger las palomitas del microondas y así hasta que la curva de la felicidad no me permite atarme bien los cordones, entonces saltan las alarmar y me entra de nuevo el avenate.
Hace poco he descolgado las botas, las de correr, las que me costaron una pasta...
Si te interesa saber más de por qué pienso que eso de correr es una estratagema del capital para qu nos gastemos los ahorros, pincha aquí. 

martes, 9 de abril de 2013

En defensa del humor.





Hace poco colgué en mi facebook un artículo del director de Guadaíra Información, Alberto Mallado. No había ánimo de hacerle la pelota, al menos no de manera consciente, me movió una urgencia por mostrar un arrepentimiento que me viene acechando desde hace tiempo y que sus  minuciosas palabras venían a glosar.
Ese arrepentimiento no es otro que el no haber sabido experimentar la Semana Santa, alcalareña y sevillana, en todo su esplendor cuando venía casi a exhibirse en mis narices. De mozalbete si que fui más de una vez al Calvario, aunque era más que nada una excusa para quedarme hasta tarde por ahí de danza. El Cautivo fue por algunos años solamente aquel evento coñazo que me impedía volver rápido a casa tras una tarde jugando al fútbol. Así era de paleto, de ignorante...
Así empieza el articulito colgado en Guadaíra Información, donde intento que el "humor" no salga malherido entre las dentelladas de Manu Sánchez a Florentino Fernández. Si quieres seguir leyendo, pincha aquí.

lunes, 1 de abril de 2013

Una noche de caza



Oí el rasgado sonido de la cremallera de la tienda abrirse. Con un ojo medio abierto rezaba porque la luz cegadora de la linterna no me alumbrara. Pero lo hizo, y el susurro, y los empujones ya alcanzaron a despertarme. Mire la hora y no se habían equivocado. Sí. Era mi turno.
Una noche cerrada sin luna, el compañero me esperaba frotándose los ojos junto al fuego. Me pasaron la linterna y un paquete medio vacío de galletas príncipe De Beckelar y arrastré mis botas hacia las llamas para evitar que el calor se escapara de mi cuerpo.
De cuando uno se lo pasaba de miedo construyendo chozas, bañándose en los ríos, aprendiendo nudos y no teniéndose que duchar por una semana... vida Scout!!! Si quieres leerlo completo, pincha aquí.