miércoles, 25 de enero de 2012

Graffitis y osos de peluche.



Ahi en Goodge Street, justo cuando sales hay una plaza, un café Nero y un graffiti y el otro día un tipo con anorak rojo dándole de comer a las palomas.

Estábamos ahí de paso, comprando un oso de peluche en el Pollocks Toy Museum, que mayormente es una tienda con juguetes vintage y old fashion... vamos como con los que casi que jugaba yo. Una tienda muy maja para hacer regalos con un toque de personalidad, ya sea para uno que acaba de nacer o que no esté lo suficientemente crecido como para ser adicto ya a las consolas, los teléfonos o los Ipad, hay varias cosas que incluso podrían servir como elementos de decoración, ¿o no molaría un elefante de madera y rueda de colores como pisapapeles?

Y luego o antes del peluche, no lo recuerdo, el graffiti. Ahí en la ladera de todo un edificio, algo ya gastado, con esa película pálida como cuando los carteles de los helados no los remplazaba el panadero y se quedaban así, como vahídos.

Yo que no soy muy amante de los museos y de la pintura descontextualizada y cosificada ahí a la vista de tres mil turistas al día, los grafitis me flipan porque además de que puedan ser bonitos, rompedores, impactantes, equilibrados, oscuros o lo que fuera, se pliegan con el entorno y se convierten en un elemento más del paisaje, enriqueciéndolo. Por supuesto hablo de graffitis graffitis, no esas firmas más pintadas que sólo entiende el que las hizo y sólo le gustan a la novia del que lo hizo que se piensa que su macho es muy cool por disfrazar su firma con aerosoles y lo que está haciendo no es más que lo que hacen los gatos y perros cuando mean por las esquinas: marcando un territorio. El graffiti en cambio no marca el territorio, sino que lo amplia. Es una ventana en un trozo de pared a otro universo.

Luego me terminé el café, dejé de mirar por aquella ventana y me metí en el metro. Había un niño, Camil, que todavía no sabe lo que es un teléfono, una consola o un ipad y al que creímos que le haría falta un oso de peluche. Quizás Camil mañana sea un graffitero y dibuje nuevos universos, y eso es lo que me flipa de los bebes, sentir como una cosa tan pequeña podría ser tantas cosas...



2 comentarios:

la cabeza en la puerta dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
la cabeza en la puerta dijo...

Tengo entendido que te has puesto (y propuesto) a escribir una novela (¿de ciencia ficción o filosofía ficción?), así que te dejo esto: http://anneyhall.tumblr.com/post/16564914370 por si te sirve. Perdona que esté en inglés, lo mismo el Mariano te ayuda a traducirlo para que lo entiendas... (juo juo).
Por cierto, que no sé si creerme lo de estar trescientos minutos al teclado, para mí que te estás marcando un farol (yo he tardado un mes en escribir un miserable guión de 25 páginas; con esos maratones debes haber superado el grosor del Ulises como mínimo, ¿no?).