martes, 5 de noviembre de 2013

La crisis en las salas de cine



Un vaporoso recuerdo teñido de dulzura asalta mi memoria de tanto en tanto. Estoy en un teatro, de los antiguos, de esos que se llaman Lope de Vega o Calderón o Cervantes, con su gallinero repleto de butacas y rodeado de palcos. Soy un niño y estoy viendo los Goonies. Es el estreno. Es Valladolid en uno de los tantos veranos a los que íbamos a visitar a la familia.
Es mi primer recuerdo cinematográfico, y aunque no del todo nítido, lo guardo con mimo. Y el cine es un colega con el que nunca he dejado de intimar. Cines de verano, multisalas, vhs, dvd y ahora la era de internet. Pero nada como encerrarse en una sala oscura y grande y dejarse embaucar por la imaginación y el oficio de otros.
Tuve la inocente ilusión de dedicarme a ello, cuando era un adolescente proclamaba que quería ser director de cine aunque luego me reciclara como guionista. Estudiando y escribiendo para ello. Y quién sabe, la falta de talento, o de tenacidad o una industria andaluza de amiguismos y podredumbre me acabaron desviando del camino.
La cosa es que la gente no va al cine, y yo me pregunto por qué y me da a mi que, claro, es cuestión de la crisis, de que hay menos plata; aunque no creo que la escasez de metálico sea la única razón. En este artículo intento esbozar algunas de las que yo creo culpables... pincha aquí si quieres leer más. 

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