jueves, 17 de marzo de 2011

¿Nos gustan las normas que nos frustran?



Leí hace poco en el blog de una amiga una reflexión sobre las normas a las que estamos sometidos diariamente. Especialmente aquí en London, una ciudad que ha desarrollado un exquisita adicción por las reglamentaciones. Normas que direccionan, conducen y ordenan nuestra existencia. Desde la fila argamasada por un segurata armario empotrado para entrar en un concierto, a la señal de tráfico que te advierte que si pasas en rojo puedes acabar espachurrado y con tus sesos por el arcén, la que te prohibe a determinada hora disfrutar de un parque o la que te insta a tirar el plástico inservible de un paquete de tabaco recién abierto en una papelera u otra con la finalidad de preservar el medio ambiente o al menos no joderlo más de lo que ya de por sí le jodemos.

Supongo que ni siquiera somos conscientes de hasta que punto y nivel hemos interiorizado el descifrado, uso y sometimiento a esas normas que regulan nuestro comportamiento cotidiano. Si reflexionamos un segundo se nos antoja exagerado la cantidad de preceptos que obedecemos automáticamente sin el menor atisbo de duda, sin suspicacias, en el simple trayecto que enlaza el salón de tu casa con la estación de metro más cercana. Pasa por aquí, no pases por allí, mira a tu izquierda, quieto ahí parado, ahora anda, no traspases la linea amarilla, paga (siempre paga), sitúate a la derecha, por ahí no se puede cruzar, por aquí sí...

¿Son estas normas, reglas, señales una red que nos protegen de nosotros mismos?

Rotundamente sí.

Así que más que nos gusten las normas que nos frustran quizás quepa decir que dependemos de ellas, dependemos si no queremos que el segurata armario empotrado nos parta la cara y nos deje tuerto o dependemos porque nuestra sesera es algo demasiado valioso para nosotros mismos como para que se convierta en el desayuno fresco y crudo de las palomas servido en el plato frío del arcén.

Pero...

ya que han salido a relucir las palomas...

Ahí está la "paloma buitre" intentando agenciarse a la "paloma bonita", corretean y corretean hasta que la "paloma bonita" pasa de la "paloma buitre" y nada... a juí!!! (huir) a volar por donde les venga en gana, sin tener que ceder el paso, esperar la luz verde o mirar a su izquierda o derecha.

Palomas, bichos con suerte que no tienen que someterse a cien millones de normas, reglas, preceptos, costumbres, reglamentos, códigos y leyes para sobrevivir a ellas mismas.

I have read an interesting article about how rules condition our life. The reflexion ends telling us "We like that rules that frustrate us"... I guess more than like them, we depend on them. Without these rules everything would be a chaos and chaos is not good for surviving. Yes, but... sometimes one is envious of simple pigeons... "alfa pigeon" is trying to catch "pretty pigeon", when "pretty pigeon" is fed up about the pursuit just flies somewhere, and she don´t have to wait a green light or check left or right, or give the right of way

Pigeons, lucky bugs, they don´t have to obey to one hundred million of norms, rules, precepts, customs, regulations, codes and laws to survive themselves.



pigeon from calvanki on Vimeo.



Pd: Aunque a veces las reglas se saltan, como hoy, que han roto la regla de mi descanso llamándome otra vez para trabajar en mi día libre.

Pd: Although sometimes the rules are skipped, like today, they have broken the rule of my rest calling me again to work on my day off.

4 comentarios:

Anna dijo...

Pues gracias por hacerme sonreir con dos simples palomas, oye ;)

Anónimo dijo...

Las palomas Itsu sólo han intentado que te comportes en St. Patrick manteniéndote entretenido.

Manuel dijo...

Las palomas podrían ser bonitas de 2 en 2. Pero son una plaga. Habría que "prohibirlas" en las ciudades.

Anónimo dijo...

Creo que a Manuel no le gustan las palomas