viernes, 19 de diciembre de 2008

Los faroles ingleses trinos, un motivo más para dejar de fumar.




Dícese que el inglés por antonomasia es el culmen de la buena educación. Antes de invadir un país, en la etapa colonial, se reunían con los jefes tribales, reyes, monarcas, señores feudales, señores de la guerra, visires, emires y sultanes y todo aquellos rangos que supusiesen poder en tierras lejanas y les invitaban amablemente a rendirse o les advertían con dulzura exquisita de sus futuros planes de invasión así como de consecuente explotación de las tierras y seres humanos ajenos. Todo un detalle por su parte. Llevaban a cabo la ceremonia con la parsimonia de un gentelman bigotudo con suéter dispuesto a golpear la primera bola en ese deporte, por otra parte tan colonial, como es el criquet. Es la conocidísima flema inglesa. Nosotros los españoles no solemos (solíamos claro) tener esas deferencias. Llegamos, arrasamos y punto.

Aparte de supereducados son muy prácticos. Todo aquello que suponga un regate más de la cuenta, un gasto de saliva adicional –fuera aparte del utilizado para las formas educadas, claro, es la excepción- o una pérdida de tiempo añadida no les interesa. No es de extrañar que Ockham , el inventor de uno de los principios metodológicos más usados en ciencia, la navaja de Ockham, “Entia non sunt multiplicanda praeter necessitatem”, o «No ha de presumirse la existencia de más cosas que las absolutamente necesarias», o sea que entre dos explicaciones que parezcan verdaderas o con igual rango de verdad es más acertada aquella que lo explique con más sencillez, pues Ockham nació, se crió y murió en esta Isla con forma de señora con traje y sombrero.

Y últimamente han añadido otro rasgo a su carácter: el miedo.

Educación, practicidad y miedo son tres rasgos del actual carácter british que se resumen perfectamente en la utilización de una familia muy especial de farolillos. Son los farolillos de encendido automático que podéis encontrar en la mayoría de sus puertas, en la mayoría de sus calles, en la mayoría de sus ciudades (esto último no está contrastado científicamente, pero hago caso del rigor deductivo, si está en London, estará en todo England)

Desde que llegué a Lothair, mi calle, y debido a que sabiamente nuestra casera nos prohíbe fumar en casa, pues bajo a la calle de vez en cuando para mi innecesario chute de nicótica. Aquí anochece a las cuatro treinta en invierno, así que esas salidas suelen ser nocturnas aunque la mayoría de las veces sin alevosía. Y yo que soy culo inquieto, rara vez consigo terminar el cigarro aupado en el último escalón que da acceso a la viviendo, sino que ando un poco por la calle… hago walking vamos. Hasta que dejé de hacerlo. Al principio llamó mi curiosidad, luego me pareció divertido, luego empezó a tocarme las pelotas y finalmente se me hace insoportable. Hay todo un batallón de farolillos adosados a las puertas de entradas a las viviendas con un sensor de movimiento tan sensible que pasando por delante a siete metros ya se enciende automáticamente. Ir paseando por una calle como la nuestra de noche es ir observando como a cada cinco metros, de casa en casa, va encendiéndose una lucecita. A veces hasta uno se puede divertir situándose en el umbral de encendido y jugando a encender, apagar, encender, apagar. Lo jodido empieza cuando ves a sus habitantes mirándote por la ventana echándote en cara el encendido innecesario de la luz. Y empieza a resultarte cansino simplemente por una mera cuestión de contaminación lumínica. La noche es la noche y cuando tu quieres darte un garbeito con cigarro en boca con la sola luz de la luna, es un coñazo ese encendido de las farolas que te dicen: es tarde, acuéstate ya, no fumes, molestas, etc.

¿Por qué aúnan educación, practicidad y miedo?

Son tan educados, que excepto para mí, no dudo que una de las intenciones de que se encienda la luz es hacerte más diáfano el camino cuando al Lorenzo le da por ocultarse.

Es práctico porque así cuando llegas a tu casa de noche se enciende automáticamente la luz y no tienes que abrir la puerta a oscuras, además así evitas dejártelas encendida toda la noche. Yo calculo que en mi casa familiar Sevillana seguramente nos podríamos haber pagado una entrada a Port Aventura a cada uno con el ahorro de la luz olvidada de la noche. Además del respeto al medio ambiente y al consumo energético inteligente tan de moda ahora.

Y por último miedo. Miedo de que la gente ande de noche por la calle, miedo a lo extraño, a lo desconocido, a lo oscuro; miedo y ganas de dar por culo (pero bueno, paseando por la noche fumándose un cigarro también doy por culo yo)

Los farolillos ingleses son pues trinos. Son la trinidad de los faroles.

Pero yo que debo ser algo diablillo me tocan un poco los cojones. Así que sólo veo una salida.

Dejar de fumar.

(como todos los lunes de mi vida)

Pd: Nuestra puerta no tiene farolillo de marras, pero vamos, no lo tendrá nunca, porque si a nuestra casera le diera por ponerlo (Mercedes, esto no es una amenaza, ni siquiera una advertencia, ni leve sugerencia, es que se me ha escapado pensar en alto, jaja) ya se encargaría alguien que no soy yo, por supuesto, de que ese farolillo, como mínimo , dejase de funcionar o de que tuviese un inesperado e imprevisible fallo o accidente.


7 comentarios:

JHS dijo...

Siento discrepar muy mucho sobre eso de que llegabamos arrasabamos y punto. Ya en el siglo XVI (muy poco después de llegar al nuevo mundo) en España se debate sobre su posisción en el mundo como conquistadora y el xq, el derecho de los indígenas y sus tierras y sobre en que se basaban. Tenemos figuras como Bartolomé de las Casas o el catedrático de Salamanca Francisco de Vitoria y sus "Justos Títulos" de echo incluso en 1550 el Rey llegó a prohibir la conquista. Y creeme eso ninguna nación se lo planteó y mucho menos en el s XVI.

Calvanki dijo...

jajajaja.

Gracias por matizar el entuerto.

Cuando la ilustración aparece el humor se arrodilla

(porque al humor no le importa arrodillarse)

Anónimo dijo...

Muy buena la historia de los farolillos...jjaja. Yo los putearía también..corriendo de uno a otro o algo por el estilo...jaja.
Saludos de Maxi.

JHS dijo...

Jjajaja de ilustración nada es que siempre me acuerdo de esa clase de historia de américa con "Adolfo-golfo"
Por lo demás estoy de acuerdo con Maxi, muy buena la historia.
Saludos.

Calvanki dijo...

Grache, grache, JHS y MAXI

JHS, eso se llama degeneraci'on profesional.

Como veis estois otra vez sin internet, desde un ciber, donde no hay tildes ni enies

jajaja

Anónimo dijo...

Y yo pensando en lo que os iba a regalar por navidad... :-D
No tienes precio!!

Besos y Felices fiestas! Mercedes

Calvanki dijo...

NO POR FAVOR, FAROLILLOS NO!!!! jajajja, tú regálanos un meeting international y con eso nos conformamos.

Salut Mercedes.